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DEBER Y SATISFACCIÓN DE UN MASÓN

“La muerte no es verdad cuando
se ha cumplido bien la obra de la vida”

¿Con quien mejor se puede comenzar este escrito que con quien cultivaba una rosa blanca hasta para el cruel que el corazón le arrancaba? Con quien con tremenda dignidad, e increíble fuerza, se rebeló a que lo pusieran en lo oscuro a morir como un traidor. Con quien dedico su vida, su pensamiento y su acción al bienestar, al progreso y a la libertad de los pueblos. Con quien aparte de haber sido un extraordinario patriota, también fue masón; José Julián Martí y Pérez.

Y profundizando en esos y otros pensamientos de nuestro apóstol, en varias sesiones masónicas he hecho una pregunta aparentemente ingenua y “fácil” de responder: ¿Cuál es el mayor premio que puede recibir un buen masón? Y las respuestas son siempre semejantes: “Haber sido nombrado miembro de honor”, “Haber cumplido 25, 50 o mas años como masón activo”, “Ser garante de amistad”, “Ocupar un cargo responsable dentro de la institución”, etc, etc, etc...Y dije semejantes, porque todas se rigen por el mismo patrón; O son premios que recibimos de seres humanos, o son premios que creemos merecer por antigüedad. Aquí quiero aclarar que no tengo nada en contra de los reconocimientos y los estímulos. Al contrario, creo que estos deben otorgarse en vida porque ayudan a vivir, ayudan a seguir luchando.

Pero este articulo se refiere al mayor premio que puede recibir un masón. Y no hay que ser filosofo ni erudito para saber que existe una gran distancia entre estos “premios”, que aunque extraordinarios, se apartan mucho, por su vinculo con lo material, del premio espiritual que regala el G:.A:.D:.U:. al verdadero buen masón. Este regalo lo hemos sentido casi todos los masones una que otra vez, porque aparte de que todos los masones son buenos, una que otra vez, dios los hace mejores, pues gracias a las Bendiciones que derramó sobre nuestras cabezas en nuestra Iniciación, en nuestro Ascenso, y más aun en nuestra Exaltación, nos apartamos a diario de las miserias humanas y los sentimientos egoístas, practicamos la caridad y la altruista labor para la cual la masonería fue fundada. ¡No existe premio mayor que el que en el alma se siente cuando se cumple con el deber!

La tranquilidad de conciencia que se experimenta cuando se actúa con justicia, con honor y con valor. Cuando se es capaz de renunciar a cualquier privilegio o interés de índole personal que conlleve a la deshonra, o manche nuestra dignidad como hombre y como masón, La altura con que se actúa, cuando se ponen los intereses de la masonería y de la patria primero, a costa incluso de criticas, burlas y ataques de los que obviamente no tienen nada de masones. ¡El mayor premio que puede recibir un buen masón es la satisfacción de serlo!

En los buenos masones no cabe un ápice de egoísmo y sí un mundo lleno de justicia, tolerancia, comprensión y mas. El buen masón no debe hacer alarde de su inteligencia, y mucho menos con esa actitud tratar de disminuir la de sus Hermanos, al contrario, debe contribuir a enriquecer el intelecto del prójimo. Debe afrontar los deberes con la seriedad y responsabilidad que caracteriza a un buen obrero, similar a las abejas de una colmena. Siempre alejándose del protagonismo, del egoísmo, y de todo lo que pueda ensuciarlo con un sentimiento no compatible con el que debe tener un masón, que es el bien de la humanidad.

La labor del masón es contribuir a la Libertad, Igualdad y Fraternidad. Apartarse del vicio, combatir la ignorancia y desenmascarar al hipócrita. El masón es un hombre libre y de buenas costumbres. El buen masón sabe que la verdad no muere jamás, por ello el masón y la mentira son enemigos irreconciliables. Pues cuando el masón es bueno tampoco muere. Sigue vivo en el corazón de sus Hermanos. El masón detesta la mentira porque sabe que fue, cuando Adán y Eva, la causante de todas las tragedias, y sigue siendo la base fundamental en que se apoyan los seres mas malvados que aun existen.

Por otro lado, la verdad siempre sale a la luz. Jesucristo dijo: “Conoceréis la verdad, y esta os hará libre”. ¡Y libre es el masón! Porque no se concibe un masón fanático, no se concibe un masón que no tenga criterio propio, no se concibe un masón mediocre, ya que le masón sabe que todos los seres humanos cometen errores, y que se puede tener una percepción falsa de la realidad, de la gente y de las cosas.


Por ello, el masón solo sigue a Dios, sólo sigue a esa luz interior que nunca miente y que se llama conciencia. El buen masón critica a un hermano de frente para ayudarlo, no a sus espaldas para perjudicarlo. Caer en esto último seria ser hipócrita, y uno de los preceptos mas claros que existe dentro de la masonería es el de desenmascarar al hipócrita. Los masones no incluyen en sus discusiones temas políticos ni religiosos. La masonería no es política. La masonería no es religión. En la masonería no existen títulos, rangos, líderes ni dirigentes. Se tratan entre si como Venerables Hermanos.

Todo maestro masón es un líder, es un dirigente responsable de sus actos, por eso a los masones se les distingue, exclusivamente, por sus meritos, y raras veces por sus deméritos. Todos los masones tienen deberes y derechos comunes a todos los demás. ¡En la masonería no existe la doble moral! Lo que es bueno o malo para uno, lo es de igual forma para todos. El buen masón lo es, desde que se inicia, y hasta después de muerto. Durante su vida el masón se aparta del vicio, combate la ignorancia y sigue desenmascarando hipócritas. Pobre del alma del masón que tenga un sentimiento hipócrita o racista. La masonería alberga en su seno a todo hombre libre, de buenas costumbres y de cualquier grupo étnico o social, raza o religión.

Por eso los pisos de las logias son blancos y negros, simbolizando que todas las razas y religiones están cobijadas dentro de ese templo con igualdad de derechos y deberes. ¡A la masonería, como a la vida, se entra a dar, no a quitar! El buen masón siempre debe buscar lo que mejor sea para la Institución masónica en general y para la logia en particular. El buen masón, si acepta un cargo, no debe renunciar a él, a menos que causas mayores, y/o ajenas a su voluntad lo obliguen a ello. Y si ostenta uno debe representarlo con la altura que debe tener un buen masón, y pensar en sus hermanos y en la masonería primero, y después en él. El masón que piense que no esta apto para desempeñar un cargo, no debe aceptarlo. El masón que después de aceptar un cargo, le coge miedo, debe dejarlo. Es decir que el masón no es cobarde.

El masón no se escuda en su cargo para cometer, ni siquiera con el pensamiento, la menor injusticia contra algún Hermano. Esto, aparte de cobardía, seria la infamia mas grande que pudiera cometer un masón, porque se sabe que los masones son personas instruidas, y por tanto vislumbran, con increíble claridad, la línea que separa lo justo de lo injusto. En cada masón, por las Bendiciones de Dios, hay un Salomón en potencia. La verdad de la mentira, el castigo del perdón, que a propósito, es el peor de los castigos... El bien del mal.

Haría falta una montaña muy grande de papeles para enumerar todas las virtudes que debe tener un buen masón. Y una mas grande todavía, una que mientras mas alta, mas se acerque al cielo y se distancie de lo sucio, de lo vulgar, para después de quitarle los escollos, escalar, con inmenso esfuerzo y valor, hasta su cima, cubierta de blanca nieve, y desde allí poder gritar con todas las fuerzas de nuestro corazón: ¡HE CUMPLIDO CON MI DEBER. SIENTO LA SATISFACCIÓN DE SER UN BUEN MASÓN!

Como empezamos con Martí, nada mas apropiado que terminar con Martí. Con ese gran hombre que dijo: “Hasta después de muertos somos útiles, por eso escribo” Por eso nos da, con su luminoso pensamiento todas las vías para la libertad de Cuba...Y no vemos esa luz. “Es bueno tener amigos; pero peor es no tener enemigos porque el que enemigos no tiene, es señal que no posee ni talento que haga sombra, ni bienes que se codicien, ni honra de la que murmuren, ni cosa buena que se le envidie”, José Martí.

Apoyemos a los Hermanos masones que dentro de Cuba,anónimamente, luchan por la libertad

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