Arturo Delgado Moya(*)
Las relaciones entre Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz con los dirigentes de la Logia del Rito Nacional Mexicano, del Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado y con los de la Gran Dieta , tuvieron períodos, durante la segunda mitad del siglo XIX, de consolidación pero también de tensiones entre la comunidad masónica mexicana.
En su momento, Lerdo de Tejada autorizó que ingresaran cinco sociedades misioneras protestantes de los Estados Unidos con más de veinte predicadores metodistas y presbiterianos, que entraron en contacto con grupos religiosos reformistas mexicanos, tenían interés en debilitar a la iglesia católica y fomentar el pensamiento liberal, dentro del cual, los grupos masónicos saldrían fortalecidos.
Don Porfirio Díaz, además de presidente de la República , era un masón influyente en la Logia de la Gran Dieta , a la que había renunciado como Gran Maestro en agosto de 1895, por las múltiples ocupaciones profanas de su alta responsabilidad.
Los militantes políticos contrarios al presidente Díaz, hacían una combinación de sus ideas liberales, masones algunos de ellos, con la lucha política por medio de la prensa escrita y la organización de clubes, núcleos obreros, de profesionistas y ciudadanos, afiliados al Partido Liberal Mexicano. Hay momentos en la organización del Partido Antirreleccionista, encabezado por Madero, donde se mezclan ideas liberales, masónicas, espiritistas, anarquistas y revolucionarias.
El liderazgo de Francisco I. Madero, su libro La Sucesión Presidencial y su Plan de San Luis, estuvieron por encima de las logias, partidos, clubes y ciudadanos, que en su momento formaron un frente político denominado Partido Antirreleccionista, que lo llevaría a la presidencia de la República.
La Logia del Rito Nacional Masónico, tenía en 1912 como Gran Luminar a Benito Juárez Maza, quien en reconocimiento a la protesta revolucionaria del señor Francisco I. Madero, pidió se le otorgara el grado noveno, por su lucha por la libertad del pueblo, su engrandecimiento y prosperidad, seguro de que tal medida daría prestigio a la gran Logia.
El historiador de la masonería en México, don Manuel Esteban Ramírez, narra cómo se da el proceso de otorgamiento del grado filosófico a don Francisco I. Madero, así como la tendida blanca donde se rinde homenaje al licenciado Benito Juárez García en el panteón San Fernando, ceremonia presidida por el presidente de la República , don Francisco I. Madero.
Ya desde 1905 Benito Juárez Maza hacía esfuerzos por unificar a las logias templarias, mientras el general Bernardo Reyes era nombrado gran maestro de la Gran Logia de Nuevo León y gran inspector soberano de las logias del Valle de México.
Los acontecimientos prerrevolucionarios y ya en proceso la revolución iniciada en noviembre de 1910, las figuras políticas, tanto del porfiriato como de la oposición, tenían relación con las logias que en su momento buscaban posicionarse, para influir sobre el rumbo del movimiento revolucionario, particularmente, lo que sería el debate nacional sobre la libertad de expresión, libertad de conciencia, libertad de manifestación de ideas, de reunión, de la libertad de educación que planteaba Venustiano Carranza y la educación laica que defendían los diputados constituyentes masones Múgica, Jara, Romero Flores y otros.
La ideología de la revolución Mexicana, donde el Estado asume por más de 50 años, el rol de la educación, la cultura, de la economía y de la organización de la sociedad, no deja espacios a organismos sociales como la Gran Logia Mexicana para que influyan sobre la sociedad, en el campo de las ideas, mucho menos en la organización y desarrollo de la institución.
La historia social, política y educativa de México, registra a la masonería como una institución laica, liberal, racional, tolerante, donde se exponen las ideas discrepantes, sin recurrir al agravio, a la contradicción y a lo irreconciliable.
La celebración del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana , son un buen motivo para recuperar espacios, difundir su pensamiento, su historia, su influencia en la vida histórica del país, participar en el debate nacional sobre el proyecto de nación que anhelamos los mexicanos y ser parte del proyecto histórico de México, como lo fueron nuestros antepasados en el siglo XIX y siglo XX.
Las relaciones entre Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz con los dirigentes de la Logia del Rito Nacional Mexicano, del Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado y con los de la Gran Dieta , tuvieron períodos, durante la segunda mitad del siglo XIX, de consolidación pero también de tensiones entre la comunidad masónica mexicana.
En su momento, Lerdo de Tejada autorizó que ingresaran cinco sociedades misioneras protestantes de los Estados Unidos con más de veinte predicadores metodistas y presbiterianos, que entraron en contacto con grupos religiosos reformistas mexicanos, tenían interés en debilitar a la iglesia católica y fomentar el pensamiento liberal, dentro del cual, los grupos masónicos saldrían fortalecidos.
Don Porfirio Díaz, además de presidente de la República , era un masón influyente en la Logia de la Gran Dieta , a la que había renunciado como Gran Maestro en agosto de 1895, por las múltiples ocupaciones profanas de su alta responsabilidad.
Los militantes políticos contrarios al presidente Díaz, hacían una combinación de sus ideas liberales, masones algunos de ellos, con la lucha política por medio de la prensa escrita y la organización de clubes, núcleos obreros, de profesionistas y ciudadanos, afiliados al Partido Liberal Mexicano. Hay momentos en la organización del Partido Antirreleccionista, encabezado por Madero, donde se mezclan ideas liberales, masónicas, espiritistas, anarquistas y revolucionarias.
El liderazgo de Francisco I. Madero, su libro La Sucesión Presidencial y su Plan de San Luis, estuvieron por encima de las logias, partidos, clubes y ciudadanos, que en su momento formaron un frente político denominado Partido Antirreleccionista, que lo llevaría a la presidencia de la República.
La Logia del Rito Nacional Masónico, tenía en 1912 como Gran Luminar a Benito Juárez Maza, quien en reconocimiento a la protesta revolucionaria del señor Francisco I. Madero, pidió se le otorgara el grado noveno, por su lucha por la libertad del pueblo, su engrandecimiento y prosperidad, seguro de que tal medida daría prestigio a la gran Logia.
El historiador de la masonería en México, don Manuel Esteban Ramírez, narra cómo se da el proceso de otorgamiento del grado filosófico a don Francisco I. Madero, así como la tendida blanca donde se rinde homenaje al licenciado Benito Juárez García en el panteón San Fernando, ceremonia presidida por el presidente de la República , don Francisco I. Madero.
Ya desde 1905 Benito Juárez Maza hacía esfuerzos por unificar a las logias templarias, mientras el general Bernardo Reyes era nombrado gran maestro de la Gran Logia de Nuevo León y gran inspector soberano de las logias del Valle de México.
Los acontecimientos prerrevolucionarios y ya en proceso la revolución iniciada en noviembre de 1910, las figuras políticas, tanto del porfiriato como de la oposición, tenían relación con las logias que en su momento buscaban posicionarse, para influir sobre el rumbo del movimiento revolucionario, particularmente, lo que sería el debate nacional sobre la libertad de expresión, libertad de conciencia, libertad de manifestación de ideas, de reunión, de la libertad de educación que planteaba Venustiano Carranza y la educación laica que defendían los diputados constituyentes masones Múgica, Jara, Romero Flores y otros.
La ideología de la revolución Mexicana, donde el Estado asume por más de 50 años, el rol de la educación, la cultura, de la economía y de la organización de la sociedad, no deja espacios a organismos sociales como la Gran Logia Mexicana para que influyan sobre la sociedad, en el campo de las ideas, mucho menos en la organización y desarrollo de la institución.
La historia social, política y educativa de México, registra a la masonería como una institución laica, liberal, racional, tolerante, donde se exponen las ideas discrepantes, sin recurrir al agravio, a la contradicción y a lo irreconciliable.
La celebración del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana , son un buen motivo para recuperar espacios, difundir su pensamiento, su historia, su influencia en la vida histórica del país, participar en el debate nacional sobre el proyecto de nación que anhelamos los mexicanos y ser parte del proyecto histórico de México, como lo fueron nuestros antepasados en el siglo XIX y siglo XX.
(*)Profesor Normalista y Maestro Universitario. Se ha desempenado en la formación de profesores de educación secundaria en la Escuela Normal Superior "Profr. Moisés Sáen Garza" por más de 30 años; asimismo en la formación de universitarios en el área de Ciencias Sociales y en el postgrado en Educación de la Universidad Autónoma de Nuevo León.