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Sobre la entrada de anglicanos conversos en la Iglesia

Por Coronel Kurtz
en Responsum est quod Angli vocarentur


Real, noble, chivalric, glorious, merry Old England
survives in the English and Anglo-American Catholic alone,
and there it will survive, as long as our
English tongue continues to be spoken.
-- Orestes A. Brownson (1854).

"Les preguntó de nuevo, ¿cuál es el nombre de esa nación? Y le respondieron que los llaman anglos", cuenta la Historia Eclesiástica de San Beda el Venerable acerca del encuentro de San Gregorio Magno con unos niños traídos de Inglaterra que unos mercaderes pretendían vender como esclavos. Luego de lo cual, el Papa envió a San Agustín de Canterbury a evangelizar la isla.* Más allá de ciertas vicisitudes históricas que no vienen a cuento, el hecho es que en unos siglos la que era una provincia perdida del Imperio Romano se convirtió en uno de los principales reinos de la Cristiandad.

Pero el proyecto de Papa Gregorio quedó trunco debido a la Reforma y el proceso revolucionario que ella abrió. Pero al mismo tiempo que las aspiraciones políticas de los católicas se veían frustradas tras la derrota de la última rebelión jacobita en 1746, se da inicio a una serie de acontecimientos que cambiarían el panorama inglés a lo largo del siglo XIX: el surgimiento del movimiento cisalpino entre los viejos católicos, el movimiento de Oxford entre los anglicanos, la masiva inmigración irlandesa y el nuevo impulso misionero del catolicismo europeo (fundamentalmente a través de congregaciones francesas e italianas).

Sobre el Movimiento de Oxford, recomiendo leer las completísimas explicaciones de "Jack Tollers" que aquí vinculo. En cuanto a la inmigración irlandesa, fruto del endurecimiento de las leyes de tierras (fines del siglo XVIII) y la hambruna de la papa de 1840-50, se ha escrito mucho y hay bastante navegando en internet. Lo mismo podemos decir de las misiones católicas de fines del siglo XIX. En una futura entrada de esta bitácora, nos ocuparemos de la situación de los viejos católicos, la fundación del Club Cisalpino, los Libros Azules y los juramentos de fidelidad a la dinastía de los Hánover, las excomuniones y las "Gordon riots", y finalmente la emancipación de los católicos, la restauración de la jerarquía y el apartamiento de los católicos liberales como Lord Acton.

Algo que es importante aclarar es que el Movimiento de Oxford no culminó en todos los casos en un regreso a Roma. No conozco estadísticas al respecto, pero es un hecho aceptado que el Movimiento tuvo un influjo importantísimo sobre toda la Iglesia Establecida de Inglaterra (anglicana), pero limitado a la cuestión litúrgica.** La teología desarrollada por los tractarians y sus discípulos no tuvo (y no tiene al día de hoy) mayor peso. Pero entre los que sí lo ha tenido, los llamados anglo-católicos, la realidad es que las opiniones teológicas son de lo más variadas, aunque en general han buscado profundizar en la (supuesta) apostolicidad anglicana, manteniendo vínculos con ortodoxos, vétero-católicos y jansenistas cismáticos... y también, con la Iglesia Católica Romana.

Supongo que al día de hoy, especialmente entre nuestros lectores católicos, ya estarán al tanto de lo que ha sucedido con el pedido de admisión en la Iglesia de la Traditional Anglican Church (un cisma dentro del anglicanismo) realizado hace dos años y presentado al Papa junto a un catecismo firmado por todos los representantes del grupo. Es significativo el hecho de que este proyecto, enmarcado en el más global de Reforma de la Reforma del entonces Cardenal Ratzinger, fuese encargado por el Papa a la Congregación para la Doctrina de la Fe y no a los dicasterios romanos y las comisiones episcopales encargadas del diálogo ecuménico. También lo es el hecho de que unos cuantos obispos de la TAC hayan sido consagrados por obispos cismáticos (pero cuyas órdenes son válidas) de la Iglesia Nacional Polaca, ¡por recomendación informal de la Santa Sede!

(…) En especial, sugiero la lectura de todo lo publicado en la excelente Buhardilla de Jerónimo y las últimas entradas en De Lapsis. Los que se animen con el inglés, tienen también los imperdibles The hermeneutic of continuity, What Does The Prayer Really Say?, New Liturgical Movement y la columna de Damian Thompson en el Daily Telegraph.

Quedan aún picando unos cuantos temas prácticos y no menores:

¿En qué consistirán estos ordinariatos personales que creará el Papa? En un primer momento, la prensa habló de la figura de la prelatura personal, que hoy sólo existe aplicada al Opus Dei. Luego se aclaró que estos ordinariatos serían análogos a los obispados castrenses o las eparquías orientales, e incluiría a los seglares sin necesidad de una afiliación especial (como en el caso del Opus Dei); por otro lado, canónicamente quedarían "blindados" (a diferencia de una prelatura que depende de la voluntad del Papa). Para más detalles, deberemos esperar.
¿En qué quedan los innumerables grupos de "ecumenismo"? De este proceso queda claro que el Papa se ha impuesto al Cardenal Kasper quien lo desaconsejó por considerar que dañaría las relaciones ecuménicas con la Comunión Anglicana. Cosa que es bastante relativa, teniendo en cuenta que, pese a la reacción del arzobispo de Canterbury posterior a la conferencia de prensa dada junto con el católico de Westminster, se sabe que los anglicanos mainstream buscan por todos los medios deshacerse de elementos indeseados y buscapleitos -- como consideran a los anglicanos que no pueden tolerar la ordenación de mujeres y los matrimonios entre personas del mismo sexo.

¿Cuáles serán las consecuencias (llamémoslas) geopolíticas de este hecho?
Está aclaro que este cruce masivo del Tíber ha tomado por sorpresa a los progresistas de ambos lados -- católicos y protestantes. Sin embargo, las reacciones no se demoraron: que si ésta no es la forma que debe tomar el ecumenismo, que si se ha debilitado a la Comunión Anglicana, que si la Iglesia ha cambiado su concepción acerca del matrimonio de sacerdotes, etc., etc.

Reflexionaban en The Anchoress, cómo a medida que va tomando fuerza el secularismo y el "evangelismo ateo", veremos el regreso a la unidad en la Iglesia Católica de numerosos grupos cristianos... y, al mismo tiempo, el endurecimiento de las posiciones secularistas (significativamente, el pasado miércoles el Osservatore Romano publicaba un "rescate" de las ideas de Karl Marx, publicitado por el Times de Londres). Por algo, la reacción de la revista The Tablet, decana del catolicismo inglés (y del progresismo), ha sido de rechazo -- se advierte sobre el peso que pueden tener en la Iglesia de ese país estos ex-anglicanos que no aceptan la ordenación de mujeres ni el casamiento gay; es más, especulan con el temor de que se conviertan en refugios también de viejos católicos hartos de innovaciones litúrgicas y doctrinales (el uso de Sarum o de Walsingham matiene toda la reverancia del rito romano).

Más allá de las especulaciones de los progresistas, que en algunos casos rayan la paranoia, el hecho es que parte del proyecto de Reforma de la Reforma emprendido por el Su Santidad Benedicto XVI incluye una redefinición del ecumenismo. No tiene sentido el diálogo con cuerpos eclesiásticos moribundos que no están seguros acerca de sus realidades o posibilidades doctrinales. Al mismo tiempo, se hace urgente en este momento un diálogo serio, desde posiciones honestas sin disfraz ni lenguaje melifluo, con grupos como el sector tradicional de la Iglesia Nacional Polaca, la Iglesia Católica Nórdica, los vétero-católicos, las iglesias orientales y ortodoxas o, incluso, desprendidos de las iglesias reformadas como la Unión de la Alta Iglesia de la Confesión de Augsburgo (Alemania); lo mismo que el movimiento de renacimiento de las peregrinaciones y romerías tradicionales que se está dando en el norte europeo.

Cuando el Papa constantemente debe vérselas con la quinta columna enquistada en la misma colina Vaticana, es necesario dejar de lado los diálogos inútiles e inconducentes y volver a buscar la reunión de todos los cristianos sinceros en la barca de Pedro. Aclarando todo lo que sea necesario en cuanto a cuestiones doctrinales pero sin aguarlas ni deformarlas.

“Aún cuando podamos imaginar que estas dificultades internas [doctrinales] sean superadas y que iglesias enteras se aproximen de esta manera a la Santa Sede, no debemos subestimar la probabilidad de un rápido renacimiento de la interferencia estatal actualmente dormida. Los gobernantes podrían alarmarse y trabajar contra el proyecto con toda su energía...; y esto es más cierto desde que el anticlericalismo agresivo se ha quedado con tantos gobiernos de las potencias mundiales, y lucharían incluso apelando a prejuicios raciales y alentando campañas de desinformación y opresión... Debemos repetir que pueden existir individuos que toleren tales persecuciones, pero las masas que suponemos conforman estas iglesias ansiosas de reunirse serán con toda probabilidad amedrentadas, y se quebrarán.

No debemos de hecho olvidar que estamos todos en las manos de Dios y que Dios puede en cualquier tiempo intervenir con alguna señal de la providencia para mover los obstáculos del camino de la reunión corporativa. Pero no tenemos ningún derecho a dar por sentadas intervenciones de este tipo. ... No puede ser nuestro propósito preguntarnos si... existe alguna posibilidad de una eventual restauración de la Cristiandad con la unidad que alguna vez tuvo. No existe posibilidad, ¿pero por qué debe haberla? ... No parece posible que, en este tiempo de individualismo, naciones enteras se vean atraídas a esto, ni existe ninguna promesa Divina de que lo haya. Otros tiempos podrían traer perspectivas mejores, pero si lo harán, no lo sabemos.

Sin embargo, aunque las perspectivas de una reunión corporativa parecen desalentadoras, los católicos haremos muy bien en apreciar y apoyar los esfuerzos de aquellos miembros de otras comuniones que se ven cautivados por este espléndido ideal y que piensan que de una forma u otra es una realización posible. Podemos con seguridad confiar a la Providencia Divina determinar qué curso tomará el actual movimiento de reunión en última instancia y, mientras tanto, podemos enfatizar el punto sustancial que los católicos y otros tenemos en común: el deseo mutuo de ver removidas las barreras que nos separan.

Podemos cooperar también trabajando por la buena causa de formas útiles sin abandonar nuestros principios. Podemos, por ejemplo, cultivar relaciones personales de amistad... Y podemos cooperar más aún en la remoción de estos obstáculos mediante esfuerzos positivos para comprendernos unos a otros correctamente... mostrando predisposición para dar explicaciones simples del verdadero carácter de nuestras creencias y prácticas. ... Sería, sin embargo, imprudente que los católicos esperen que sus amigos no católicos se convenzan rápidamente por las explicaciones que aquéllos les den. Las convicciones tardan en cimentarse; además no corresponde el agente humano irrumpir en el oficio que el Espíritu Santo se reserva para sí mismo”.***

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* En realidad San Agustín y los suyos evangelizaron principalmente a los anglosajones que ocupaban el Oeste y el Sur de la actual Inglaterra. La población britana (romanizada o no), mayoritaria en el Este de la isla, ya había sido evangelizada por misioneros venidos antes; lo mismo que irlandeses, escoceses y pictos.

** En la misma época de mayor prestigio del Movimiento de Oxford (y la high church en general) en Gran Bretaña, en los Estados Unidos se producía un importante reflujo hacia la Iglesia Episcopal (rama estadounidense del anglicanismo) y el abandono de denominaciones "no conformistas" y sectas fundamentalistas como los puritanos, unitarios, cuáqueros, etc.

*** Sydney Smith (1912), The Catholic Encyclopedia. Nihil Obstat: October 1, 1912. Remy Lafort, S.T.D., Censor. Imprimatur: +John Cardinal Farley, Archbishop of New York. Resaltados propios.

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