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"ESOTERISMO y ESPIRITUALIDAD MASÓNICA"


Pod.: Q.:H.: DIEGO BERTOLUCCI
Past Sob.: Gran Comend.: del Sup.: Consj.: del R.:E.:A.:A.: para la República del Paraguay.
Past Gran Maestro de la Centenaria Gran Logia Simbólica del Paraguay

("ESOTERISMO y ESPIRITUALIDAD MASÓNICA": Conferencia improvisada en portugués y gravada en la Gran Logia Masónica del Estado de Mato Grosso do Sur en ocasión del Tercer Congreso de Estudios Masónicos, donde le cupo el honor de dar el discurso inicial al por el entonces Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica del Paraguay, Poderoso Hermano Diego Bertolucci, y publicada en la revista Conciencia año 3 Nº 11 - 1993, página 3 a 11 - la traducción al español corresponde al propio Q.:H:. Diego Bertolucci)

Cuando el querido H:. HEITOR, Gran Maestro tuvo la gentileza de invitarme en asunción a participar de este Congreso, con toda humildad sin discurso pre escrito, vengo a trazar algunas líneas geométricamente masónicas sobre conceptos de lo que a mi entender es nuestra Institución.

No pretendo realizar una conferencia en el exacto sentido de la palabra, mi intención es sin embargo llegar a todos nosotros con algunas normas fundamentales que en el correr de los años fui asimilando en este tráfago si fin. En este camino luminoso que significa la vida masónica. El masón nace en el momento de la iniciación, nace un compromiso, y ese compromiso dura toda una vida, y aun mas allá de ella. Tenido por el recuerdo de los actos.

Esa trascendencia que tiene la obra masónica escapa a la palabra hablada. A la posibilidad material e fonética de expresar lo que es inexplicable por su espiritualidad. Pero que infaliblemente todos los iniciados lo tenemos en el fondo de nuestros corazones con caracteres indelebles. Por el medio del compás y de la escuadra, que es el espacio geométricamente justo y perfecto. Antes de iniciar estas palabras que serán breves como dice un poeta español del siglo XVIII: “lo bueno si breve, dos veces bueno”.

No pretendo que mi mensaje sea bueno mis hermanos, mas no será largo. No voy a castigarlos con palabras sin fin. Puesto que la simplicidad y la brevedad son atributos fundamentales del desenvolvimiento del espíritu.

Mis hermanos, el protocolo discursivo es a veces una introducción que pretende ser graciosa pero es siempre suplicante de la serie de errores que cometeremos. El H:. HEITOR, me acaba de comentar que les dijera algunas palabras sobre el Esoterismo y la Espiritualidad en la Masonería, y quiero comenzar, recordando los pequeños versos del kybalión que dicen: “ los principios de la verdad son 7: todo es mente como es arriba así es abajo, nada es inmutable todo se mueve, todo vibra, todo es doble, todo tiene 2 polos, y su par opuesto. Todo fluye y refluyen. Todo efecto tiene una causa, toda causa tiene su efecto. La generación se manifiesta en todos los planos la mente infinita de tos, la matriz del cosmos. Quien comprende esto perfectamente posee la verdad mediante la cual todas las puertas del templo se les abrirán de par en par.”

Esta palabras simples, profundas y sabias fueron dadas por Hermes, conocido por los griegos como Trimegistro por ser 3 veces coronado: como rey, como legislador y como sacerdote. Hace más de 6000 años. Estos versos encierran el concepto de lo que es el fundamento de nuestra orden, en ella se encuentra condensada, como una síntesis todo lo que significa esa inmensa geografía espiritual que es la masonería. Ella encierra y proyecta al hombre, por eso siempre digo, que la masonería es una antropología y un humanismo.

Es una antropología porque trata del hombre, de si mismo, de donde viene y adonde va, y que camino busca para llegar al conocimiento perfecto de la luz, en su comunicación con el universo.

Es humanista, porque trata al hombre como espíritu, al hombre como trascendencia fundamentada a partir de la materia. La masonería concibe al hombre como lo expresa Jean Paul Sartre: “el hombre no es lo que es, es lo que no es”.

¿Que significa esto queridos hermanos?

Que el hombre no solamente es materia, que es lo que se ve, sino es también lo que no se ve, aparentemente el espíritu. Así nace en el propio instante de ver la luz un concepto distinto y definitivo de la que es la institución como escuela iniciática, la parte interna o esotérica de este acto sublime de vida simbólica, de generación voluntaria, se unen a un mismo tiempo los conceptos de madre y padre de esta criatura naciente que es su propio yo. Que se inicia consciente para un nuevo rumbo de vida de un plano superior. El sentido esotérico de este inicio esta dado por el una frase del Evangelio de San Juan que se inicia diciendo: ”en principio fue el verbo, y el verbo se hizo carne y habito en nosotros” (no entre nosotros) como dice la escritura corriente. Ese es el sentido místico e esotérico, el flujo espiritual que el masón debe entender y que lo lleva al conocimiento de la verdad de que el es un todo con el universo, que es una parte un micro cosmos del gran espectro universal del cual forma parte.

Por eso somos el verbo y desde ese momento, somos templo de nosotros mismo.

La senda espiritual de la masonería es un camino de rara geografía y de un concepto poco comprensible desde un punto de vista profano. El masón es materia viva y al mismo tiempo un acto que decanta, golpea, burila la propia piedra bruta que es el mismo. Y esa piedra bruta y angular es la consciencia de su propio ser.

Este nacimiento implica la totalidad del hombre. Esta totalidad se encuentra dividida pero los planos confluyen en un solo ser.

En el mundo externo, las ciencias físicas y naturales avanzan a lo largo de la humanidad segura y absolutas en si mismas separando el concepto total y único del hombre en provecho de la investigación de su propio objetivo.

La medicina no trata al hombre total y único, se hace ciencia sobre la materia, desligada del saber universal de la espiritualidad. Sin embargo todos estos planos, concretados en materia y espíritu en la iniciación se dan con comitentemente en un todo. Que constituye una unidad. Decían en el siglo XVIII un gran iniciado, René Descartes, en su obra Discurso del Método: “je pense je suis” (pienso luego existo). Este pensamiento es una de las piedras fundamental del trabajo masónico, este pensamiento es el espíritu o cincel y mazo con que con voluntad construimos a partir de nosotros mismos, un hombre de esta eterna dualidad de espíritu y materia. De ahí emana dos el transito por un largo conocimiento generador de dos caminos. Que aparentemente distintos generan el circula de la existencia, uno de ellos nos lleva poéticamente a un ciprés blanco a cuyo cobijo y sombre nace un manantial que son las aguas del conocimiento. Y la otra parte del camino que cierra el círculo nos lleva al acto mismo de la trascendencia, de ir más allá de la materia. A partir de nuestro conocimiento, a partir de je pensé (yo pienso), por eso somos arquitectos de nuestro propio destino imaginamos conocemos, y proyectamos nuestra vida.

Principio inmutable.

Poéticamente expresaban los griegos, el concepto taoísta del ying y del yang, la dualidad de la creación de un solo principio.

Mis Hermanos, en el mundo profano, y aun dentro de nuestra orden muchos ingresamos sin que el espíritu de la masonería haya a su vez ingresado en nosotros.

En el amplio espectro de la masonería caben principios de filosofía aparentemente antagónicos, no solamente por la libre expresión y la tolerancia, que es un ejercicio de templanza voluntad y auto control, sino principalmente porque la corriente filosófica antagónica en su cosmovisión del hombre, la materia, el ser y el universo se corresponden en un principio inmutable, que comprende las leyes de la razón dialéctica y las leyes de la identidad o principio de la atracción universal.

El principio de la razón dialéctica, que dice que los efectos que se confrontan generan la posibilidad de una síntesis y que todo se desenvuelve evolucionando a partir de ahí, es lo que conocemos como el principio de los pares opuestos que se materializan con las baldosas blanca y negras y en el principio integrador de templo.

La ley de la identidad, o de la atracción universal, derivada también del Kibalion “como es arriba es también abajo”, dice que lo semejante atrae lo semejante. En una unicidad que comprende la totalidad de la armonía universal. Cuyas derivaciones facticaron hoy reconocidas por las distintas corrientes sicológicas que estudian la relación, pensamiento sentimiento consciente sub consciente.

Estos dos principios que dividen durante año a la humanidad encuentran su ensamble en la riquísima simbología masónica.

La inmutabilidad del ser, todo es uno, lo semejante atrae lo semejante, es un principio generador del cosmos. Una fuerza magnética de la que cada hombre es una antena transmisora, pero es al mismo tiempo un reconocimiento armónico de la relación tesis anti tesis.

Estos principios espiritualmente consustanciados, son uno solo desde el punto de vista esotérico, y se encuentran expresados en la Cábala, cuando se habla de árbol de sefilot, este principio cabalístico, graficado en la figura de un árbol, implica la totalidad del universo, en síntesis y comienzo. Este árbol invertido, las raíces están en la cima y los frutos por lo bajo, simbolizando el origen infinito absoluto, único del cosmos. A partir de la nebulosidad de la nada y los frutos por debajo materializan el mundo conocible. Este árbol cefelotico se encuentra estampado en lois manuales masónicos como un hombre en los brazos en cruz. En cada una de sus posibilidades, la triada de la creación y la triada de la consecución constituyen las vías principales del conocimiento esotérico que se recibe en el momento de ver la luz.

Para la masonería, el hombre fundamentalmente es un ser que piensa, ese pensamiento se dirige conscientemente hacia si mismo, el crecimiento para dentro es un volverse y descubrirse dentro de si mismo, a partir de ahí de su conocimiento propio, de sus aspiraciones objetivos, metas y deseos el hombre elabora y construye su plan de vida, y se torna arquitecto de su propio destino.

Ese conocimiento que se vuelve consciente de si mismo es el conocimiento del hombre como singularidad. Como hecho único y distinto en el cosmos. Esta singularidad convierte al hombre en un ser proteico que se reconoce intuitivamente, y el ahorra con raciocinio la singularidad de su ser, es así que el es creador de su nuevo conocimiento, y artífice de su propia iluminación. A partir de la cual como masón, va cincelando su materia espiritual.

La masonería no es juntarse en cuatro paredes, y esperar el desarrollo de una energía con la pasividad de un vegetal. Lo cual, vuelve tediosas aburridas y intranscendentes las tenidas. Cumpliéndose un ritual que no se comprende ni se intenta comprender. Simplemente se lo repite en forma mecánica.

Es necesario vivir y sentir la vibración de un sentimiento espiritual que nos conduce al mejoramiento de nosotros mismos. Una construcción geométrica de nuestro propio espíritu que es energía creadora, reconocida, a partir de los últimos adelantos de la física cuántica.

El hombre en la masonería es un ser comprendido en el magnetismo universal, en busca de una sintonía personal que al envolverle con lo absoluto le permite como punto en el círculo, proseguir andando hacia su objetivo. Esa trascendencia, no se consigue sin una quietud espiritual en la que trascurra la propia existencia. Ser iniciado, significa tener la posibilidad de ir aprendiendo el plano cósmico del gran Arquitecto del Universo.

El sentido de espiritualidad no se confronta con el concepto de materialidad. Materia y espíritu como decía Aristóteles, a partir de un punto se proyectan en el universo y en cada uno de nosotros, aquello para Euclides era imposible, sin embargo sucede. El desenvolvimiento de esta educación personal es único porque somos cada uno fruto de un plano que se concreta en la realidad conocible como la fruta del árbol de Cefilot.

La simbología masónica, habla de manera diferente de parte de un todo. Y su interpretación lleva la impronta personal del progreso espiritual de cada uno de nuestros hermanos, de ahí la aparente confusión en la determinación y definición de los símbolos. Cada uno de, cada masón, siente de una manera personal y única aquella parte del todo desde su derrotero, y valoración personal. Este frágil chispa, de reconocimiento de los símbolos masónicos y la comprehencion de su espiritualidad y esoterismo, es la tarea que nos ensambla en un plano universal porque somos aparte de el. La utilización de la ley de la identidad,: lo semejante atrae lo semejante, nos conduce, al plano espiritual donde el hombre como un micro cosmos, es formado y corresponde a la mismas partes del macro cosmos en medio de una corriente de energía que hace que lo de arriba y lo de abajo sean semejantes.

Templo interno.

La educación masónica va de la sombra a la luz. De lo profano a lo intimo, de las partes al todo. Es una educación que comienza en nosotros mismos. La que somos aprendices y maestros. En un constante dialogo con nuestro inconsciente que produce la realidad que proyectamos en nuestra vida. Este rayo de luz se proyecta, se engrandece y se vuelve un resplandor en la medida que crecemos enérgicamente y nos armonizamos con la energía cósmica.

Cuando hablamos de libertad, igualdad y fraternidad, y decimos que es un tríptico simbólico, vemos solo la lucha por su aplicación en el mundo profano a partir de la corriente iluminista del siglo XVIII. Pasando por la evolución conceptual del hombre en relación a la sociedad.

Si embargo, este concepto tiene otra cara, interna, intima, propia que por ser individual es decir de cada uno, se vuelva abstractamente universal. Y se trata de la libertad interior, de la libertad que dentro de mi mismo significa ser o no ser. De una igualdad que implica el reconocimiento de mi mismo en el prójimo, y de una fraternidad que implica la necesidad de armonía entre libre y iguales.

Solo aquel que es libre interiormente puede ejercer esta libertad. Y llevarla adelante en la práctica societaria por el respeto al semejante que es su igual. Esta disposición de decidir en cada instante de nuestra vida en intima libertad es el libre albedrio. Es un dialogo introspectivo que nos hace conocer, aprender, querer y proyectar una resolución con sentido de esperanza. Que se torna un deseo de vivir conforme a ella.

Esta construcción interior de la libertad y de la igualdad unida con la fraternidad es el trabajo que debemos realizar en la cantera de nuestro espíritu.

No pretendo dar porque es imposible, un concepto fundamental o una definición de lo que es el esoterismo. Ni como ya dijera, el sentido espiritual de los símbolos y los valores masónicos. Ello corresponde a cada uno de nosotros. Y esa diversidad de sentidos ese intercambio de conceptos, a partir de cada luz personal genera una luminosidad colectiva, que es la arquitectura social que proyecta la masonería. El hombre que es templo de si mismo discípulo y sacerdote de su intimidad, e hijo de si mismo, va pasando por etapas sucesivas en formaciones espirituales que son mutaciones de su propio ser ante los avatares de su vida. Ese camino esotérico ese trabajo espiritual, es el que perfila al masón.

Dentro de esta dimensión, la fraternidad comienza por ser fraterno con nosotros mismos, en aceptar nuestras limitaciones y en trascenderlas hacia los que son iguales a nosotros. Comenzanda dar sentido al amor, amándose a si mismo, por medio del perfeccionamiento porque el amor es un tríptico, en donde a partir de uno mismo, se ama al otro y la corriente de energía entre ambos es el tercer punto del triangulo, así lo señala Martin Buber, ilustre filosofo existencialista y masón. Mis hermanos no pretendo con etas mal hilvanas palabras sentar una base doctrinal de lo que es el sentido esotérica y espiritual de nuestra augusta orden. Son solamente reflexiones espontaneas que surgen en el calor de esta palestra y pretenden trascender mi propia circunstancia vital y personal y proyectarla como una forma de fervor masónico.

La búsqueda del camino a la luz, y la perfección nunca acaba. Es un ideal siempre inacabado por nuestra imperfección. Por eso la masonería es eterna porque se centra en el hombre como espíritu y materia. Fundamentando sus verdades ocultas en la simplicidad de Hermes Trimegisto.

La tarea comienza desde la iniciación, con la búsqueda de la palabra perdida. Lo que nos obliga permanentemente a trabajar por un progreso personal, y a trascender nuestra propia existencia individual como una flecha en dirección al infinito. Ese sentido de la espiritualidad como trascendencia del hombre de elaboración de si mismo, quiero dejar esta noche como inicio tal vez de una investigación e intercambio del ser masónico en este congreso auspiciado por la Gran Logia Masónica de Mato Grosso de Sur.

Esperando que esta postura que se centra en la masonería como un punto de encuentro del hombre con el hombre, del hombre a partir del hombre, y por el hombre elaboremos el camino por la senda del dialogo, en busca de la palabra perdida, que es la búsqueda de la propia espiritualidad del ser hombre y masón.

Muchas gracias, Serenísimo Gran Maestro, Queridos Hermanos.

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