Los Caballeros del Trabajo y los sindicatos.
Los origines de los sindicatos son oscuros, en el sentido de difuminados de tal modo en la historia que es difícil fijar un origen. Podemos retrotraernos a los gremios de canteros libres, precursores de la masonería moderna, como las primeras organizaciones de trabajadores sectoriales organizadas. Sin embargo casi todos los historiadores apuntan al S. XIX, que si bien no eran organizaciones legales si había cierta tolerancia siempre que los sindicatos o gremios no tuvieran intenciones de influir en las relaciones sociales.
En los Estados Unidos surgió una casi desconocida asociación sindical, llamada la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, o mas popularmente los “Caballeros del Trabajo”, que tomo el testigo, en la semi-clandestinidad, de un inicial sindicato llamado Unión Nacional del Trabajo. Esta organización, con tintes para-masónicos a la vista de su estructura y nomenclatura (Gran Maestro Trabajador, Venerable Oficial, etc ) de su sistema de funcionamiento clandestino, dado que los trabajadores de la época debían elegir entre estar sindicados y trabajar, se convirtió en un verdadero motor de la conciencia obrera.
Cuando la normalización de los sindicatos en los Estados Unidos fue un hecho, la sorpresa fue constatar que los “caballeros del Trabajo” llegaron a tener 750.000 afiliados y en esta situación tuvo logros considerables, como los convenios de la Unión Pacific o Ferrocarril Wabash, que fueron modélicos en cuanto a negociación y ejecución.
La Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, con la normalización de los sindicatos en Estados Unidos fue rápidamente sustituida por nuevas organizaciones ya puramente sindicales y sin ideología humanista, en especial por la Federación Americana del Trabajo, que ya era sectorial y algo politizada.
Los “Caballeros del Trabajo”, dejaron un legado de actuación y de propuestas francamente impresionantes para la época y máxime cuando algunas de ellas no están del todo conseguidas,,, la lucha por evitar la importación de trabajadores “de bajo coste”, la igualdad de salarios entre hombres y mujeres, el fin del trabajo infantil, la idea del impuesto sobre la renta, el concepto de trabajador autónomo, la negativa de trabajos forzados a presos y sobre todo los conceptos de convenio colectivo o negociación colectiva (En el ultimo periodo con la tolerancia hacia los sindicatos).
Los “Caballeros del Trabajo” excluían como sus posibles miembros a abogados, accionistas, banqueros y otras profesiones, como la de fabricantes de licor, por considerarlos miembros no productivos de la sociedad.
Mucho ha llovido desde la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo a la actualidad.
Personalmente no me siento representado, como trabajador, por los sindicatos actuales, jamas he participado en una elección sindical, si veo en las noticias que en centros publicos y en algunas macro empresas, hay elecciones sindicales, etc, pero en mi caso personal, jamas he tenido oportunidad de votar en unas elecciones sindicales.
Solamente una vez, en mi vida laboral, he tenido la necesidad de consultar técnicamente mi situación, por lo que para acceder a sus servicios tuve que afiliarme con el resultado de que al final tuve que recurrir a un abogado de fuera del sindicato para mi defensa, que por cierto ejecuto impecablemente y consiguiendo que el juzgado de lo social me diera la razón de la A a la Z.
Pero reitero, no me siento representado por sindicatos que se alimentan económicamente del propio estado que los subvenciona y los condiciona, no me siento representado por liberados sindicales, que al cobrar por su función, se convierten en funcionarios de un sistema, no me siento representado por sindicatos que mueven cantidades de dinero publico con la formula de “formación continua” cursos absolutamente simplistas que no sirven para integrarse a los profanos en las materias y totalmente escasos a los trabajadores en ejercicio, no me siento representado por sindicatos mas preocupados por salvar una empresa con repercusión mediática que por los derechos de los trabajadores en general.
Los origines de los sindicatos son oscuros, en el sentido de difuminados de tal modo en la historia que es difícil fijar un origen. Podemos retrotraernos a los gremios de canteros libres, precursores de la masonería moderna, como las primeras organizaciones de trabajadores sectoriales organizadas. Sin embargo casi todos los historiadores apuntan al S. XIX, que si bien no eran organizaciones legales si había cierta tolerancia siempre que los sindicatos o gremios no tuvieran intenciones de influir en las relaciones sociales.
En los Estados Unidos surgió una casi desconocida asociación sindical, llamada la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, o mas popularmente los “Caballeros del Trabajo”, que tomo el testigo, en la semi-clandestinidad, de un inicial sindicato llamado Unión Nacional del Trabajo. Esta organización, con tintes para-masónicos a la vista de su estructura y nomenclatura (Gran Maestro Trabajador, Venerable Oficial, etc ) de su sistema de funcionamiento clandestino, dado que los trabajadores de la época debían elegir entre estar sindicados y trabajar, se convirtió en un verdadero motor de la conciencia obrera.
Cuando la normalización de los sindicatos en los Estados Unidos fue un hecho, la sorpresa fue constatar que los “caballeros del Trabajo” llegaron a tener 750.000 afiliados y en esta situación tuvo logros considerables, como los convenios de la Unión Pacific o Ferrocarril Wabash, que fueron modélicos en cuanto a negociación y ejecución.
La Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, con la normalización de los sindicatos en Estados Unidos fue rápidamente sustituida por nuevas organizaciones ya puramente sindicales y sin ideología humanista, en especial por la Federación Americana del Trabajo, que ya era sectorial y algo politizada.
Los “Caballeros del Trabajo”, dejaron un legado de actuación y de propuestas francamente impresionantes para la época y máxime cuando algunas de ellas no están del todo conseguidas,,, la lucha por evitar la importación de trabajadores “de bajo coste”, la igualdad de salarios entre hombres y mujeres, el fin del trabajo infantil, la idea del impuesto sobre la renta, el concepto de trabajador autónomo, la negativa de trabajos forzados a presos y sobre todo los conceptos de convenio colectivo o negociación colectiva (En el ultimo periodo con la tolerancia hacia los sindicatos).
Los “Caballeros del Trabajo” excluían como sus posibles miembros a abogados, accionistas, banqueros y otras profesiones, como la de fabricantes de licor, por considerarlos miembros no productivos de la sociedad.
Mucho ha llovido desde la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo a la actualidad.
Personalmente no me siento representado, como trabajador, por los sindicatos actuales, jamas he participado en una elección sindical, si veo en las noticias que en centros publicos y en algunas macro empresas, hay elecciones sindicales, etc, pero en mi caso personal, jamas he tenido oportunidad de votar en unas elecciones sindicales.
Solamente una vez, en mi vida laboral, he tenido la necesidad de consultar técnicamente mi situación, por lo que para acceder a sus servicios tuve que afiliarme con el resultado de que al final tuve que recurrir a un abogado de fuera del sindicato para mi defensa, que por cierto ejecuto impecablemente y consiguiendo que el juzgado de lo social me diera la razón de la A a la Z.
Pero reitero, no me siento representado por sindicatos que se alimentan económicamente del propio estado que los subvenciona y los condiciona, no me siento representado por liberados sindicales, que al cobrar por su función, se convierten en funcionarios de un sistema, no me siento representado por sindicatos que mueven cantidades de dinero publico con la formula de “formación continua” cursos absolutamente simplistas que no sirven para integrarse a los profanos en las materias y totalmente escasos a los trabajadores en ejercicio, no me siento representado por sindicatos mas preocupados por salvar una empresa con repercusión mediática que por los derechos de los trabajadores en general.
Fuente: Librepensador.es - Bajo el laurel y el olivo