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GENESIS y primeros pasos

G É N E S I S

El principio
"En el principio" [Gen. I: I], cuando la voluntad del Rey comenzó a hacerse, él grabó señales en la bóveda celeste [que lo rodeaba]. Desde el vacío más recóndito surgió una flama oscura, desde el misterio de eyn sof, el Infinito, como una bruma formándose en lo informe, encerrada en el anillo de esa esfera, ni blanco ni negro, ni rojo ni verde, de ningún color en absoluto. Sólo después de que esta flama comenzó a adoptar forma y dimensión, comenzó a producir colores radiantes. Desde el centro más profundo de la Clama emergió un pozo del cual salieron coloresque se esparcieron encima de todo lo que estaba debajo, oculto en el misterioso escondite de eyn sof.

El pozo se abrió paso, pero no en el éter [de la esfera]. No pudo ser reconocido, hasta que un punto escondido y supremo brilló desde el fondo del impacto del último paso. * Más allá de este punto fiada puede saberse. Así pues, recibe el nombre de reshit, principio, la primera palabra [de las diez] por medio de la cual el universo ha sido creado.

El universo: cáscara y semilla
Cuando el Rey Salomón "penetró en las profundidades del jardín de las nueces", como está escrito, "descendí al jardín de las nueces" [Canto 6: II], tomó una cáscara de nuez y, al estudiarla, vio una analogía entre sus capas y los espíritus que motivan los deseos sensuales de los humanos, como está escrito, "y los placeres de los hijos de los hombres [son de] demonios machos y hembras" [Ecles. 2:8].

El Ser Supremo, bendito sea, consideró necesario poner en el mundo todas estas cosas para asegurar la permanencia y la posesión, por así decido, de un cerebro rodeado de numerosas membranas. El mundo entero, superior e inferior, está organizado de acuerdo con este principio, desde el centro místico primigenio hasta la más exterior de todas las capas. Todas son una para la otra, cerebro dentro de cerebro, espíritu en espíritu, cáscara dentro de cáscara.

El centro primigenio es la luz más interior, de una transparencia, sutileza y pureza más allá de cualquier comprensión. Ese punto interior en expansión se convierte en un "palacio" con salas que delimitan el centro y es tan radiante que su luz va más allá del poder del conocimiento.

La "vestidura" del "palacio", del punto interior incognocible, al tiempo que constituye un destello incognocible en sí mismo, es, no obstante, de una sutileza y translucidez menores que el centro primigenio. El "palacio" se esparce en una "vestidura" para sí mismo, la luz primordial. De ahí hacia afuera se va extendiendo; existe en cada extensión que se sobrepone a otra extensión, y cada una constituye una vestidura para la anteripr, como una membrana lo hace respecto del cerebro. Aunque es membrana primero, cada extensión se hace cerebro en la extensión que la sigue.

De igual modo, el proceso continúa abajo y, una vez establecido, el hombre en el mundo combina cerebro y membrana, espíritu y cuerpo, todo en pro del más perfecto ordenamiento del mundo.

Cuando la luna y el sol estuvieron en conjunción, ella era luminosa; pero cuando ella se separó del sol y gobernó sus propias legiones, su estado y su luz se redujeron, y se hizo capa tras capa para investir al cerebro, y todo fue por su bien.

La primera luz
"Y dijo Dios, Hágase la luz, y se hizo la luz" [Gen. I: 3] Esta es la luz primordial que hizo Dios. Es la luz del ojo. Es la luz que Dios le mostró a Adán y, por medio de ella, él pudo ver el mundo de un extremo al otro. Esta es la luz que Dios le mostró a David y él, al contemplarla, cantó en alabanza * Este punto primordial, en el Zohar, se identifica con la sabiduría de Dios (hokhmah), el pensamiento ideal de la Creación, diciendo, "Oh, cuán abundante es Tu bondad, la cual Tú has puesto al alcance de aquellos que Te temen" [Salmos 31: 20]. Esta es la luz por medio de la cual Dios le reveló a Moisés la tierra de Israel, desde Gilead hasta Dan.

Previendo el advenimiento de tres generaciones pecadoras, la generación de Enos, la generación del Diluvio y la generación de la Torre de Babel, Dios los alejó del goce de la luz. Luego la devolvió a Moisés durante la época en que su madre lo escondía, durante los tres meses después de su nacimiento.

Cuando Moisés fue presentado ante el faraón, Dios se la quitó y no se la devolvió hasta que, de pie en el Monte Sinaí, se dispuso a recibir la Torah. Desde entonces Moisés la consideró suya hasta el fin de sus días y, por tanto, los israelitas no podían acercársele hasta que se pusiera un velo en el rostro [Exodo 34: 33].

"Hágase la luz, y se hizo la luz" [Gen. I:3]. Sea lo que sea aquello que designa la palabra vayehi [y se hizo], esa cosa está en este mundo y en el mundo por venir.

El Rabino Isaac dijo: En la Creación, Dios irradió sobre el mundo de un extremo al otro con la luz,pero ésta fue retirada para privar de su goce a los pecadores del mundo, y quedó a buen recaudo para los justos, como está escrito, "La luz se siembra para los justos" [Salmos 97: 11]; entonces, los mundos estarán en armonía y todos se unirán en uno solo; pero hasta que el mundo futuro se establezca, esta luz permanecerá guardada. Esta luz emergió de la oscuridad y se abrió paso por intercesión del Más Secreto; De igual modo, de la luz escondida, a través de algún camino secreto, se abrió paso la oscuridad del inframundo al cual la luz es inherente. Esta oscuridad inferior recibe el nombre de "noche" en el verso "Y a la oscuridad, El la llamó noche" [Gen. I:5].

La creación del hombreEl Rabino Simeón se levantó y habló: Al meditar, he percibido que cuando Dios estaba a punto de crear al hombre, entonces comenzó a temblar arriba y abajo de todas las criaturas. Se desdoblaba apenas el sexto día cuando al fin se tomó la divina decisión. Se encendió la llama de la fuente de todas las luces y se abrió la reja del Este, desde donde fluye la luz. La luz concedida en el principio, la tomó el Sur en gloria plena y el Sur tomó control sobre el Este. El Este tomó el control del Norte y el Norte despertó y, abriéndose, llamó en voz alta al Oeste para que fuera hacia él. Luego el Oeste viajó hacia el Norte y se quedó junto a él; después el Sur controlé al Oeste, y el Norte y el Sur rodearon el Jardín y constituyeron su vallado. El Este se acercó al Oeste y el Oeste se regocijó y dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" [Gen. I: 26], para que abrace como nosotros los cuatro cuadrantes y el alto y el bajo. Ahí se unieron el Este y el Oeste y crearon al hombre. Por tanto, los sabios han dicho que el hombre surgió del sitio mismo del Templo.

Más aún, podemos ver que las palabras "Hagamos al hombre" logran esto: a los seres inferiores, derivados de un lado del mundo superior, Dios les reveló el secreto de cómo formar el nombre divino "Adán", en el cual se acompasan lo superior y lo inferior, en la fuerza de sus tres letras: alef, dalet y mem. Una vez que las tres letras hubieron venido hasta el mundo inferior, fue percibido en su forma, completo, el nombre de Adán para comprender en un nombre al varón y a la hembra. La hembra estaba pegada al costado del hombre y Dios le envió al hombre un sueño profundo y él se recostó en el sitio del Templo. Dios entonces le cortó a la hembra y la atavió como a una novia y la guió hasta él, como está escrito: "Y tomó uno de sus costados y llenó el espacio con carne" [Gen: 2: 21]. En las Antiguas Escrituras, he visto que se dice, que aquí la palabra "uno" significa "una mujer", es decir, la original Lilith que se acostó con él y concibió de él. Pero hasta ese momento ella no fue ninguna ayuda para él y está escrito: "Pero para Adán no se encontró una ayuda" [Gen. 2: 20]. Adán, entonces, fue el último, pues estuvo bien que encontrara al mundo completo cuando hizo su aparición. "No había aún en la tierra ningún arbusto del campo" [Gen. 2: 5].

El Rabino Simeón continuó diciendo: la alusión es de los magníficos árboles que crecieron más tarde, pero que entonces eran arbustos. Adán y Eva, como hemos dicho, fueron creados uno junto al otro. ¿Por qué no cara a cara? Por la sencilla razón de que el cielo y la tierra todavía no estaban en completa armonía: "El Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra" [Gen. 2: 5]. Cuando la unión inferior se perfeccionó y Adán y Eva estuvieron cara a cara, entonces se perfeccionó la unión superior.

Esto podemos saberlo gracias al Tabernáculo: hemos aprendido que, junto a él, fue puesto otro tabernáculo y que el superior no fue alzado hasta que el inferior fue erigido; y así sucedió en este caso.

Más aún, puesto que todo allá en las alturas no estaba todavía perfectamente ordenado, Adán y Eva no fueron creados cara a cara. Esto se concibe debido al orden de los versos en las Escrituras; primero está escrito: "El Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra" y, a continuación, "no existía un hombre que cultivara la tierra" [ibid], lo cual significa que el hombre era aún imperfecto, pues sólo cuando Eva fue perfeccionada fue perfeccionado él a su vez. Una prueba más la constituye el que en la palabra vayisgor [y él cerró], por primera vez en este pasaje aparezca la letra samekh, que significa "apoyo", que equivale a decir que el varón y la hembra ahora se apoyaban uno en el otro. De manera semejante, el mundo inferior y el superior se sostienen uno al otro. No fue hasta que el mundo inferior se perfeccionó, que el otro a su vez fue perfeccionado. Cuando el mundo inferior tuvo que apoyar al superior siendo volteado cara a cara con él, el mundo fue terminado, ya que anteriormente "el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra".

Entonces "una bruma cubrió la tierra" [Gen. 2: 6], para satisfacer la carencia "mojando toda la faz de la tierra" [ibid.]; y la bruma que se levanta es el deseo de la mujer por el hombre. Aun así, otra interpretación dice que sacamos la palabra "no" del primer verso para usarla en el segundo don "bruma", y esto significa que Dios no mandó la lluvia porque una bruma no se había levantado, yá que desde el mundo inferior debe provenir el impulso que ponga al mundo superior en movimiento. Así, para formar la nube, el vapor asciende primero desde la tierra. Y de igual modo el humo de los sacrificios asciende, creando armonía en las alturas y la unión de todo; así la esfera celestial llega a estar completa. Es desde abajo que se inicia el movimiento y de ahí que todo se perfeccione. Si la Comunidad de Israel no hubiera iniciado el impulso, el que habita en las alturas tampoco se habría movido hacia ella; así el deseo de abajo es lo que causa que todo en las alturas se complete.

Varón y hembra
El Rabino Simeón se dirigió a Tiberiades y con él estaban el Rabino Yose, el Rabino Judah y el Rabino Hiyya. En él camino, vieron al Rabino Phineas que venía a su encuentro. Todos desmontaron y se sentaron al pie de la montaña, bajo un árbol. El Rabino Phineas habló: Mientras estamos aquí sentados me gustaría oír algunas de esas maravillosas ideas que constituyen su discurso cotidiano.

Luego, el Rabino Simeón habló, y comenzó con el texto: "Y durante sus jornadas desde el Sur, fue desde Beth-el hasta el lugar donde había estado su tienda en un principio, entre Beth-el y Ai" [Gen. I:3: 3]. Dijo: Aquí podríamos haber esperado encontrado la palabra "jornada"; pero en vez de esto, leímos "jornadas", que pretende significar que, durante la jornada, con él estaba la Divina Presencia. Corresponde al hombre ser siempre "varón y hembra", para que su fe permanezca estable y para que la Presencia nunca lo abandone. Y preguntarán ustedes:
¿Cómo podrá hacer eso el hombre que, lejos de su mujer, realiza una jornada y deja de ser "varón y hembra"? Tal ser, antes de comenzar la jornada y mientras aún es "varón y hembra", deberápedir a Dios que lleve hasta él la Presencia de su Maestro. Después de que haya rezado y dado gracias y una vez que la Presencia descanse en él, entonces podrá irse, pues en virtud de su unión con la Presencia ahora es varón y hembra en el campo, tal como era varón y hembra en la ciudad; está escrito: "El bien [zedek, femenino de zaddik] deberá ir delante de él y le abrirá el paso" [Salmos 85: 14].

Nótese lo siguiente. Durante todo el tiempo de su viaje, el hombre debe tener mucho cuidado con sus actos, con objeto de que la sagrada unión no se rompa y él se tome imperfecto, privado de la unión con la hembra. Si se sentía la necesidad del bien cuando él y su esposa estaban juntos, ¿cuánto mayor sería ésta cuando la pareja celestial estuviera con él? Y, más aún, ciertamente, si esta pareja celestial actúa como su guardián constante durante el viaje hasta su regreso a casa, incluso es obligación del varón, una vez de vuelta en el hogar, dar placer a su mujer, ya que gracias a ella, él obtuvo la unión celestial.

Existen dos razones para esta obligación de cohabitar. Primero, este placer es religioso, da alegría también a la Divina Presencia y es un instrumento de paz en el mundo, tal como está escrito: "Y tú sabrás que tu tienda está en paz y visitarás tu habitación y no pecarás" [Job 5: 24].

(Preguntarán: ¿Es pecado que él no pueda penetrar a su esposa? Es pecado, pues en su impotencia, él es indigno del honor de ser compañero celestial, que le fue dado gracias a su esposa.) Segundo, si su esposa concibiera, la Divina Presencia confiere al niño un alma sagrada, pues este pacto es conocido como el pacto del Ser Supremo, bendito sea.

Por tanto, el hombre debe ser tan celoso al gozar de este placer como al gozar del placer del Sabbath, en cuyo tiempo se consuma la unión de los sabios con sus esposas. Así, "sabrás que tu tienda está en paz", pues la Presencia te acompaña y habita en tu casa y, por esta razón, "visitarás tu habitación y no pecarás", al llevar a cabo con alegría la obligación religiosa de tener relaciones conyugales ante la Presencia.

Así es que los estudiosos de la Torah, lejos de sus esposas durante los seis días de la semana que le dedican al estudio, se encuentran en este lapso unidos a un compañero celestial, y no dejan de ser "varón y hembra". Y con el advenimiento del Sabbath, a ellos corresponde alegrar a sus mujeres en honor de la unión celestial, y tratar de hacer la voluntad de su Maestro, como se ha establecido.

De igual modo, cuando la esposa de un hombre está en sus días de separación, en esos días, mientras él la espera, el hombre tiene consigo al compañero celestial y continúa siendo "varón y hembra".

Cuando la esposa queda purificada, el hombre tiene la obligación de agradarla en la gozosa satisfacción de una obligación religiosa. Las mismas razones que hemos dado, se aplican a este caso.

De acuerdo con la doctrina secreta, los místicos han de ofrecer toda su mente y propósito al Uno [el Shekhinah]. Podría objetarse que, a la luz del argumento anterior, un hombre está en un estado de mayor honor durante un viaje que cuando está en casa, pues el compañero celestial está con él. Esto no es verdad. En casa, la esposa es el fundamento del hogar del hombre, ya que gracias a ella, la Presencia no se aleja de ahí.

Así, el verso "e Isaac la llevó a la tienda de Sarah, su madre" [Gen. 24: 67], según la interpretación de nuestros maestros, significa que la Divina Presencia vino a la casa de Isaac junto con Rebecca. De acuerdo con la doctrina secreta, la Madre Suprema está junto con el varón sólo cuando la casa está lista, y en ese momento el varón y la hembra están unidos. En un momento así, la Madre Suprema les manda bendiciones.

De igual modo, la Madre Inferior se encuentra junto al varón sólo cuando la casa está lista y él y la hembra se unen; entonces, las bendiciones de la Madre Inferior caen sobre ellos. Por lo tanto, dos hembras, su Madre y su Esposa, deben agradar al hombre en su casa. Hay referencia a esto en el verso: "En [ad] el deseo de los montes eternos" [Gen. 49: 26]. Este ad es el objeto deseado de los "montes eternos", lo cual significa la hembra suprema que debe arreglarse para él y hacerla dichoso y bendecirlo y también la hembra inferior, que deberá reunirse con él, unirse a él y recibir apoyo de él.

No de otra manera en el mundo inferior, el deseo de los "montes eternos" es para el hombre cuando se casa y dos hembras, una del mundo superior y otra del inferior, habrán de darle dicha -la del mundo superior haciendo llover sobre él todo tipo de bendiciones, y la del mundo inferior recibiendo apoyo de él y uniéndose a él. Así sucede con el hombre en la casa. Pero cuando está de viaje, mientras la Madre Suprema todavía se halla con él, la esposa del mundo inferior permanece atrás; y por tanto, a su regreso, corresponde a él hacer aquello que establezca la armonía entre él y dos hembras, tal como lo hemos explicado.

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