Por Nicolás Sosa Baccarelli - Especial para Estilo
Entrevistarlo ya evidencia una rareza: el terreno a caminar está apenas demarcado. Si bien su lenguaje es, naturalmente, musical, el mundo de las palabras no le resulta para nada incómodo.
Por el contrario, conversar con Zanetti sobre tango importa el riesgo de comenzar, suponga usted, por Arolas, girar por Borges, la historia, la poesía, y recalar en el mágico mundo de los afinadores de bandoneón. Son terrenos que el hombre conoce y en cuyo recorrido se regodea en notas y en palabras. La conversación con el bandoneonista es un placer.
Como solista, en tríos, cuartetos, y en orquestas sinfónicas ha exhibido su talento y su buen gusto. Zanetti pertenece a esa generación que da nuevos aires al género.
El arranque
Ha recordado de pronto su acercamiento al tango durante su infancia, sus abuelas, sus primeros maestros: Carlos Caro, Alberto Hilario Iribarne, Jorge Puebla -primer bandoneón de la Orquesta Mancifesta-. “Don Puebla”, lo llama y no duda en referirse a él como “una de las personas más extraordinarias, talentosas y bondadosas de nuestra provincia”.
“A ellos le debo todo lo que sé del fueye, en una deuda que va más allá de los conocimientos”, confiesa.
Desde los trece hasta los veintidós años estudió piano en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo, con los maestros Monica Rizzo y Roberto Urbay.
- ¿Cómo fue que comenzaste con la Orquesta Mancifesta?
- Yo tenía doce años, aproximadamente. Un día don Puebla me invitó a ensayar con la orquesta un par de tangos, y al poco tiempo los toqué con ellos en una cena de una cooperativa de transportes.
Todavía me acuerdo la sensación de tener que ponerme un traje gris y subirme a tocar esos dos tangos: Felicia y Canaro en París. De ahí en más, cada vez que tocaban me invitaban a participar aunque no tocara todo el repertorio. Eso sí, me pagaban como a un músico más, aunque sólo hiciera cinco tangos.”
De esos años Rodolfo guarda imborrables recuerdos “La bonhomía de los Mancifesta y el permanente estímulo de todos los músicos de la orquesta fue algo que me impresionó de ellos…” Se reconoce como un privilegiado.
“Hoy me doy cuenta de que fui testigo del fin de una época dorada; de los últimos bailes en clubes sociales, con mesas impecablemente vestidas de blanco y centenares de personas que esperaban el momento en que la orquesta hiciera los primeros acordes para lanzarse a la pista a entreverarse como en sus mejores años”.
- Rodolfo, ¿por qué el bandoneón? ¿Cómo es tu trato íntimo con él?
- Debe ser uno de los instrumentos que mejor transmite el estado de uno mismo, hasta la misma respiración. Por eso no creo casual que el bandoneón haya definido al tango, porque cuando suena, habla, respira, es elocuente. Es un sujeto de este mundo, sin dudas, pero con la memoria de los paraísos perdidos…”.
Entre los variados conjuntos que integró, y los proyectos que llevó adelante destacamos el grupo Tango&Punto, su exitosa puesta en escena en Mendoza,de la operita “María de Buenos Aires” (de Piazzolla y Ferrer), el Quinteto Bandó, entre otros.
Luego vino el trío “El Despunte Tango Club”. “Con El Despunte, el repertorio era variado, había tangos más demagógicos, por supuesto, porque si no, no nos escuchaba ni el gato. Pero entre medio nos dábamos algunos gustos y desafíos musicales, como tangos de Rovira, Salgán (de los menos conocidos, como Grillito), etc.,” recuerda.
El equilibrio
Piensa, sueña, proyecta una futura escuela o cátedra de bandoneón en Mendoza. “Ya hemos formado un pequeño círculo de estudios del fueye. Es una idea aún incipiente, pero creo que es fundamental para Mendoza, que supo tener muchos de los mejores bandoneonistas de Argentina. Hay que retomar esa sana tradición… En esta tierra árida por excelencia, todo cuesta el doble y las formaciones no son muy constantes. Una pena, porque músicos de talento sobran”
Estudia, enseña, e insiste en que “Cada tanto hay que volver al rigor del estudio metódico… Para dárselas de innovador, primero hay que tener mucho tango a cuesta, y eso implica estudio serio” sentencia Zanetti. Consecuentemente con su horizonte musical, y sus convicciones, responde Bach cuando se le piden nombres. “Pareciera que el hombre hubiera estado pensando en el bandoneón”. Responde Bach, pero también nombra a cinco más: Arolas, Maderna, Rovira, Salgán y Piazzolla.
- Hablanos de arreglo y orquestación. ¿Cómo crees que debe ser ese trabajo? ¿Cómo lo concebís?
- Bueno, es un tema polémico del que no tengo mayores derechos para hablar que desde la banca del intérprete. Indudablemente es indispensable tanto la experiencia como el estudio. El que arregla u orquesta en base a libros, sin haber nunca tocado en una orquesta con estilos definidos, termina haciendo cosas muy fuleras.
A veces escucho sinfónicas alemanas que quieren hacer cosas así y a las que habría que recomendarles que siguieran interpretando a Wagner y no a Troilo. Pero el músico que sabe de yeites del tango pero que nunca ha estudiado seriamente, seguro no sabe escribir ni dos compases. Y eso uno lo percibe inmediatamente.
Por otro lado, la orquestación tiene sus rigores”. Explica buscando llegar a la médula misma del tango: “el género no está hecho para la grandilocuencia sino para la intimidad. Puede tener sus momentos extrovertidos, pero sistemáticamente uno vuelve al diálogo íntimo, melancólico, de barrio o ciudad nocturna. No está hecho para llenar estadios, sino para la intimidad de un buen café. Y creo que eso, el orquestador y arreglador lo tiene que tener en claro y resignar el éxito masivo por uno más modesto, pero más pleno”.
En el difícil juego entre innovación y la sencillez de lo clásico, Zanetti, propone un delicado equilibrio: “hay arregladores, hoy en día, que ponen mucho acento en armonías cada vez más atrevidas que, si bien constituyen un progreso en muchos sentidos, a veces conspiran contra la sencillez de melodías exquisitas… El secreto será siempre el equilibrio.”
El concierto
Rodolfo Zanetti a tocado en los Estados Unidos, tocó como solista invitado, junto con el pianista Octavio Brunetti, por la Panamerican Synphony Orchestra, acompañando a María Volonté.
El concierto, organizado por la Embajada argentina, se realizó en el Salón de las Américas de la OEA (Organización de Estados Americanos), en Washington DC. Se trató de una conmemoración de los 30 años de la recuperación de la democracia en nuestro país.
- ¿Qué representó para vos esta invitación?
- Un honor muy alto por varias razones. Este concierto, por lo significativo de la fecha, por lo importante que es reafirmar nuestra continuidad democrática, y por el progreso que significa para nuestra sociedad el compromiso con los derechos humanos, es todo un buen augurio para entender que la noción de progreso va unida al desarrollo de nuestra cultura. Y creo que lo que mejor puedo hacer es continuar en esa senda. Ése es mi compromiso actual y mi desafío. El tiempo mostrará sus frutos, según confío y espero.”
- De Arolas a Piazzolla, el repertorio que interpretaron es amplio. ¿Cómo nació este repertorio tanguero en la Panamerican Synphony de Washington DC?
- Desde el 2005, cuando fui por primera vez a Washington (en aquel entonces con el Quinteto Bandó, que estaba formado por Bruno Cavallaro, Germán Montenegro, Jorge Mansilla, Federico Díaz y yo) establecí contacto con un gran rosarino que se ha encargado de difundir nuestra música en aquella compleja y dinámica capital: Sergio Buslje.
A veces pienso que nuestra cultura está en deuda con él por todo lo que viene haciendo en favor de la difusión de nuestra música en una ciudad con una cultura tan cosmopolita como es Washington.
Como director de la Panamerican Synphony Orchestra ha llevado la música latinoamericana y, particularmente, el Tango a los grandes escenarios de Washington y sus alrededores (con lo dificultoso que es), y colaborado con la Embajada argentina en aquella ciudad de un modo decisivo. Llevo casi ocho años integrando como solista la orquesta y puedo dar fe de esto que digo.”
En ocasiones pasadas, Zanetti ha tocado junto con la orquesta, en el Banco Mundial, en las Embajadas argentina y uruguaya, además del Lisner Auditorium de la Universidad George Washington.
“Lo que vendrá”
Sobre el tango de hoy, el buen tango de nuestros días, propone algunos nombres: Bruno Cavallaro, “tango de vanguardia y buen gusto. Sabe lo que hace, y lo hace bien. En unos años no vamos a poder creer que haya estado entre nosotros”.
Nombra a Daniel Ruggiero, hijo del legendario bandoneonista del Sexteto Tango y de Pugliese, y a su conjunto, el “Quasimodo Trío”: “uno se da cuenta que la vanguardia y el buen gusto tienen un futuro promisorio”. Música que anuncia, según Zanetti, que se vienen grandes épocas para el tango.
- ¿Qué es para vos el tango?
- Eso que no se puede definir y que sólo puede intuir un argentino. Es el modo de ser, la tradición y el sentimiento sublime que supo forjar la genial idea de tener un país abierto a todas. Por eso no se puede definir, porque todavía está por venir. Me viene a la cabeza un tango, de algún modo profético: “Lo que vendrá”.
H:. Rodolfo Zanetti: “Lo épico, lo melancólico y la picardía definen al tango”
lunes, agosto 11, 2014