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La vida mas allá de la muerte

RESPETABLE LOGIA SIMBÓLICA “RENACER MASÓNICO”


Francisco Santiago Espinoza Orrego, 33°
Past Gran Maestro







LA VIDA MÁS ALLÁ DE LA MUERTE


[caption id="attachment_36418" align="alignleft" width="225"]th Francisco Santiago Espinoza Orrego, 33° Past Gran Maestro[/caption]

INTRODUCCIÓN
A manera de introducción, debo expresar que este tema seleccionado para la presente disertación, lo ofrezco con modestia masónica, atendiendo a la fraternal invitación que me ha formulado por el M:.R:.H:. Gran Maestro Moris Bosakewich Varón y ratificada personalmente y a través de llamada mediante celular, por el M:.R:.H:. Armando Salas-Amaro Gran Maestro Ad Vitam de la Muy Respetable Gran Logia Unida de Cubanos en el Exterior, así como por el V:.M:. de la Resp:. Logia Simbólica Igualdad, R:.H:. Armando Alonso.
Así mismo dejo constancia, que el desarrollo del tema, se basa fundamentalmente en el libro titulado “DESPERTANDO LA NUEVA CONCIENCIA”, del escritor peruano Francisco de Xirione, publicado en Lima Perú, noviembre de 2007, en los talleres de Editorial Sánchez, por encargo de Arteidea editores.
Empiezo la disertación, expresando que La Masonería Universal reconoce y acepta desde tiempo inmemorial, dos grandes verdades, una es “la creencia en un Ser Superior”, al que los masones llamamos G:.A:.D:.U:. y que reúne a todos los dioses de las distintas religiones practicadas por las personas que integramos las Logias Masónicas y la segunda verdad es “la inmortalidad del alma”.
Es a partir de estas dos grandes verdades, que el autor desarrolla gran parte del libro ya mencionado, sin ser masón iniciado, con los procedimientos y rituales de nuestra Augusta Orden, pero tomando el mismo sustento de partida, que contienen estas dos verdades ya enunciadas.
Ofrezco algunas definiciones que estimo fundamentales, para manejar las Entidades Espirituales, que contiene la parte medular de la presente exposición; así tenemos que:
El Diccionario Enciclopédico Ilustrado Larousse, año 2005, en su volumen 1, a pág. 68, define: EL ALMA: (del latín animan), como: “Principio espiritual que informa el cuerpo humano y con él constituye la esencia del hombre”. También agrega: “Parte moral y emocional del hombre “.
En el volumen 7 del mismo Diccionario antes indicado, a pág. 575, se define LA INMORTALIDAD: como “Calidad de Inmortal” y lo INMORTAL: lo define como “Lo no mortal, que dura tiempo indefinido. Como el alma”.
En el “Diccionario de Sinónimos Castellanos” de Grates, Editorial Sopena Argentina, a pág. 260, define como sinónimos: “Restablecer, restaurar, resucitar, restituir, renacer, resurgir”. Por lo que tales sinonimias tendrían el mismo contenido.
Pero que ya en el plano netamente espiritual: El Resucitar, sería el recuperar la condición espiritual de la entidad que entendemos como Alma y que vuelve a ingresar en el cuerpo físico de una nueva persona, que nace en la morada terrestre, lo que se repite indefinidamente en los tiempos.
En la Breve Historia de la Filosofía, se resume el pensamiento de San Agustín, conocido como el Doctor de la Iglesia, quien expresa: “La fe da lugar a la religión y la razón a la filosofía, y, en tanto que la fe y la razón tienen su origen en Dios, no puede haber oposición entre ambas.
La fe es una gracia de Dios y, junto con la Sagrada Escritura, forma la palabra divina, infalible e invariable; la fe no es algo irracional, guía la investigación y protege frente al error.
Por su parte, la razón y la filosofía (la palabra humana), aunque limitadas y frágiles, son buenas porque pueden favorecer a la religión: permiten la comprensión intelectual, aunque imperfecta, de verdades religiosas, que ayudan a refutar las herejías y a convencer a los que dudan. Fe y razón se complementan, dice San Agustín y agrega: “creo para entender y entiendo para creer”.
“San Agustín combatió el escepticismo y creyó posible la certeza de verdades como el principio de contradicción, o de la existencia de las propias sensaciones de las cosas. De un modo muy parecido a Descartes, mostró también la existencia de verdades indubitables a partir de los hechos de conciencia, dijo: “podemos dudar de lo exterior, de las cosas, pero no de que vivimos y de que nos acordamos, entendemos y queremos, hechos de nuestra alma que encontramos cuando miramos en nuestro interior” (nuestra conciencia).
En cuanto al conocimiento objetivo, referido al mundo inteligible, sus verdades no dependen del mundo sensible ni tampoco de la mente humana; nuestra mente tiene que aceptarlas y reconocer que poseen una validez absolutas, independiente del sujeto que las considera.
La verdad es una y la misma para todas las personas, y es inmutable y eterna; pero dado que nuestra razón es limitada, temporal y finita, pensó San Agustín, es necesario el auxilio de algo que también sea eterno e inmutable: Dios.
Continúa San Agustín analizando el problema del hombre, que de todas las sustancias finitas, las más perfectas son los ángeles; después viene el hombre, compuesto de alma y cuerpo. Su concepción del hombre se incluye en la tradición platónica al defender un claro dualismo antropológico: el hombre consta de dos substancias distintas, cada una de ellas completa e independiente, el alma y el cuerpo, siendo el alma superior al cuerpo en dignidad y ser.
Pero, a diferencia de Platón, no entiende San Agustín que el alma esté unida al cuerpo como consecuencia de un castigo, ni que el cuerpo sea su prisión. El alma humana, como la de los animales, anima al cuerpo, está unida a él por una inclinación natural y está presente en cada parte del cuerpo. El alma vivifica el cuerpo, y produce la vida vegetativa, la sensitiva y la intelectiva.
El alma humana es una substancia espiritual, inmaterial, simple, lo que asegura su inmortalidad, de la que San Agustín ofrece varios argumentos; por su perfección, el destino más propio del alma es Dios. El alma humana no es una parte de Dios, pero sí su imagen, y con sus tres facultades principales: memoria, inteligencia y voluntad, también de la Trinidad.
Dios se refleja de alguna manera en todos los seres, pero de forma especial su imagen está en nuestra alma, en lo más profundo de nuestro ser, por lo que el hombre puede elevarse al conocimiento y cercanía de Dios, descubriendo y contemplando dicha huella divina.
Debo informarles, de que tome conocimiento de diversas experiencias humanas, que han sido publicadas por prestigiosos periódicos peruanos, que fueron experimentadas en circunstancias de que habiendo fallecido en hospitales, se iniciaba para ellos la vida más allá de la muerte, y que sintieron el abandono de sus almas o espíritus al salir de sus cuerpos físicos y de cómo fueron testigos de los apuros y emergencias que se generaron para revivirlos o resucitarlos y que en tanto ello se produjo, vieron como iban ingresando a una zona de intensa luminosidad que les generaba una sensación de tranquilidad y paz muy agradable, la que se suspendía al ser reanimados.
Para San Agustín está muy claro que el alma ha sido creada por Dios, pero no el tiempo y modo de dicha creación. Rechaza la tesis platónica de la preexistencia del alma, y duda entre el Traducianismo (transmisión del alma de padres a hijos a partir de Adán, y que mejor explica el dogma del pecado original) y el Creacionismo (el alma creada en cada caso desde la nada).
Afirma, San Agustín, que las ideas ejemplares y las verdades eternas están en Dios y que por la Teoría de la ILUMINACIÖN, para captar las verdades eternas, universales y necesarias nuestra inteligencia y nuestra alma, tiene que ser iluminada por Dios.
Puesto que en el hombre encontramos una sustancia material y otra espiritual, habrá también dos tipos de conocimiento, el sensitivo y el intelectual. San Agustín no rechaza completamente el valor de los sentidos (conocimiento sensitivo), afirma que nos informan de las cosas sensibles, incluido nuestro propio cuerpo, y son necesarios para la vida práctica.
La sensación es común a los animales y al hombre, pero nosotros disponemos además de la razón, con la que podemos alcanzar un conocimiento más elevado de la realidad (conocimiento inteligible).
Mediante la Razón Inferior conocemos el mundo sensible, temporal y cambiante, y resolvemos las necesidades prácticas de la vida; y gracias a la Razón Superior podemos alcanzar las esencias, lo inmutable, necesario y eterno como los objetos matemáticos (el mundo inteligible), e incluso a Dios, dando lugar a verdades eternas, inmutables y comunes a todos”. Reitero que estas ideas y conceptos filosóficos de San Agustín, son sustento fundamental de lo que expresa el libro y que voy a exponer luego.
En el Nuevo Testamento, Lucas 20: 27- 40, Jesús respondió a los saduceos en cuanto a la Resurrección y el matrimonio: “en cuanto a los que sean dignos de tomar parte en el mundo venidero por la Resurrección: esos no se casarán ni serán dados en casamiento, ni tampoco podrán morir, pues serán como los ángeles. Son hijos de Dios por que toman parte de la Resurrección”…
Entrando ya al tema de fondo, y tomando textos del libro “Despertando la Nueva Conciencia”, como fuente de sustento de la presente disertación, debo expresar que al dialogar hace algún tiempo con el autor me manifestó, que el libro lo había escrito dictado por seres superiores espirituales o divinos espíritus, para fomentar la difusión de las ideas y procedimientos que contiene, a fin de acercarnos a la Divina Espiritualidad, en la que se pueda amar a Dios, GADU:.
El autor nos expresa, que todo ser humano viene a la morada terrenal dotado de dos conciencias, una es la sensorial, que la admite el propio San Agustín en el texto que insertamos en un párrafo superior y la otra la espiritual, a la que San Agustín, le llama la razón.
Nuestra CONCIENCIA SENSORIAL, es la que todos conocemos y en ella trabajamos desde pequeñitos, para perfeccionarla y hacerla evolucionar, recopilando a través de nuestros sentidos corporales, los conocimientos elementales, empíricos y progresivamente los científicos, a lo largo de nuestras vidas, para lo que utilizamos la familia, escuelas, universidades, confesiones religiosas, instituciones iniciáticas, los clubes, la comunidad, medios de comunicación, etc.
Esta conciencia es la que por el libre albedrío de que goza cada persona, le permite lograr una mayor o menor evolución a lo largo de la vida terrenal, y que con los conocimientos que atesora, puede llegar a desarrollar actividades que satisfagan ampliamente sus necesidades y las de su familia, y que por lo tanto su existencia vital puede ser plena de realizaciones y logros o no, que pueda llegar a ser una gran persona o no, que brilla o no tanto, que alcanza elevados y especializados conocimientos y técnicas o no, que acumula riqueza y comodidades o no tanto, que puede dedicarse a practicar el bien o no y todo lo demás que puede realizar cada persona, con plena libertad y responsabilidad.
En tanto que nuestra CONCIENCIA ESPIRITUAL, resulta siendo la menos desarrollada para la mayoría de las personas, por el desconocimiento al parecer de su existencia dentro de nosotros mismos, desde el momento que nacemos vivos y nos integramos en el seno de nuestras familias.
Es el conocimiento, desarrollo y purificación de esta Conciencia Espiritual de cada persona, el tema central que desarrolla la obra “Despertando la Nueva Conciencia”, la que estamos presentando en síntesis en esta disertación.
El autor sostiene: que el contenido de esta y otras obras que ha escrito y publicado, le fue revelado por “Seres Superiores o Divinos Espíritus”, que serían sus Ángeles de la Guarda o nosotros podríamos considerarlo como un buen ensayo, con el que nos pretende instruir sobre este tema, con los consiguientes beneficios, para nuestro mejor desarrollo y perfeccionamiento espiritual, como preparación para la vida eterna, después de la muerte material, física o terrenal.
Sostiene además el autor: “que con frecuencia la realidad sufrible en la que vivimos cotidianamente domeña y sojuzga la voluntad y nos sometemos a ella con pasiva indolencia sin saber qué hacer, la pobreza nos agobia y no hay cuando salir de ella, he aquí el problema, surgen entonces los mecanismos de defensa como un absurdo irracional; la premisa será entonces: sobrevivir a como dé lugar.
Entonces, el individuo pierde el esquema de sus valores y se vuelve indigno de sí mismo y de la sociedad; se incrementa la agresividad de todos aquellos que están dentro de este denominador común, sobreviene la quiebra de los valores y se violan los derechos humanos, se transgrede los espacios personales, los derechos individuales, se viola la propiedad física, así como la integridad del yo”.
Todos estos problemas lo vemos HH:. en estos días, a través de los medios de prensa escrita, radial, televisiva, redes sociales, telefonía, etc., que ocurren en los países vecinos Cuba y Venezuela, tan próximos y tan queridos, como el país que nos cobija a todos nosotros. En que las dictaduras y tiranías utilizan los medios de fuerza del Estado, para reprimir las libertades y los derechos humanos, hasta quitándoles la vida a muchas personas, con el propósito de encubrir sus ideas políticas y estrategias equivocadas y abusivas de gobierno.
Afirma también el autor, “que es la Conciencia Sensitiva la que empuja al hombre a buscar los medios inadecuados para sobrevivir en el seno de la sociedad y la cual se convierte en benefactora de todo delito injustificado. La sociedad avanza inmersa en el tiempo con sus días y sus noches, aparentando un bienestar y una paz fingidos, donde toda índole de perversos fantasmas viven disfrazados y ocultos en ella; y sin embargo, en el seno de la misma se mueven las corrientes escondidas de sus propios malestares, de sus grandes enfermedades, de las cuales no pueden liberarse, rémoras que carga y arrastra a través de todos los tiempos. Esta es la cruel realidad que enfrentamos con cruel aceptación sin que podamos cambiarla.”
Agrega, “Que se puede llegar a alcanzar la Sabiduría Divina por el trabajo de la Conciencia Espiritual para obtener la comprensión que se requiere, cuando del conocimiento espiritual y divino se trata, a través de la depuración de nuestra conciencia interior, para despertar la espiritualidad, que todos tenemos antes de encarnar en esta vida ”.
Expresa que “el acontecimiento de nacer y morir es principio y fin de la vida del hombre en la Tierra, es igual a decir reencarnar y descarnar. A esta ley nadie puede escapar, menos negarla, aunque algunos quieran desvirtuarla pretendiendo decir que sólo se vive una vez en la tierra. Reencarnación es una ley intrínseca a las almas, sólo el ignorante es capaz de negarla o aquellos que por alguna razón de interés y conveniencia la ocultan”.
Nos informa de que existen los “Espacios Intermedios”, que estarían ubicados entre la Tierra y el Cielo, y que son moradas donde las almas de las personas fallecidas van a trabajar su propia depuración, al concluir la vida terrena del cuerpo o materia que las contuvo. Que allí de lo que se depuran es de las experiencias vividas, buenas o malas, de acuerdo a su conciencia moral, que como a vivido junto a la conciencia sensorial, se convierte en juez implacable y conocedor de todo lo realizado por cada persona mientras vivió.
También nos dice: que las almas están sujetas a la ley de migración y sólo encarnarán (volverán a estar dentro de un cuerpo humano), cuando hayan quedado limpias de todo lo vivido, cuando como humanos estuvieron en la Tierra. La depuración total de lo vivido en la Tierra las deja expeditas para que el Ser Superior las emigre de los espacios intermedios hacia la Tierra y vuelvan a vivir el acontecimiento de la vida terrena, entonces bajarán con el único propósito de enmendar los errores cometidos en su vida anterior y probar su amor a Dios.
En el tema que nos ocupa afirma que: “el camino que nos conduce al Ser Superior y a su Sabiduría es uno sólo, el trazado por Él, en el que el esfuerzo que hacemos para llegar, está bien invertido, por ser el correcto y en beneficio de cada persona. El que radica en poner nuestra Conciencia Espiritual en trabajo, para despertarla, desarrollarla y expandirla hasta niveles espirituales y divinos, que nos acercan cada vez más al Ser Superior”.
Cuando nosotros adoptamos esta vía como parte principal de nuestra vida, dedicándole lo mejor de nosotros – en la depuración de la Conciencia Terrena--, descubrimos la ignorancia, el oscurantismo y la ofuscación en la que vive la mente humana; en su contra parte, en su oponente, la Conciencia Espiritual o Mental, gozamos con el correcto esfuerzo y la satisfacción o satisfactoriedad, de llenar nuestra conciencia de luz, de esperanza y realización merecida, para depurarla y alcanzar la libertad interior, mediante nuestra Conciencia Superior que todos tenemos y que nos permite expandir nuestra mente-espíritu, con lo cual entramos en contacto con Dios ”.
El Espíritu de Dios permanece expandido, en una expansión infinita que abarca a todos los seres humanos mentales-espirituales que pueblan este planeta, en que Él sería como un gran océano. Dios espera que hagamos expandir nuestro espíritu mental para entrar en comunión con Él y Él con nosotros, en lo que metafóricamente también, cada uno de nosotros seríamos como una gota de agua en dicho océano.
“Por lo que quien no logre esta experiencia a través de su cuerpo mental-espiritual expandido, no podrá tocar la Esencia Divina del Creador”.
Sostiene el autor: “que hay un alimento único que nutre y desarrolla el espíritu, es la Sabiduría y que ella se conquista con el trabajo de la conciencia para que en su proceso depurativo, podamos abrirla a la Sabiduría Espiritual que Dios provee, preparándonos para la vida eterna, en que moremos hasta la consumación de los siglos”.
Que la Sabiduría nos hace nobles, bondadosos y compasivos, por cuanto nuestra conciencia liberada de lastres y apegos humanos, está libre de intereses, de egoístas ambiciones, vive en libertad. La esclavitud se aleja de nuestra perspectiva interior y se vive el gozo de su grandeza.
Concluyo: en que el propósito del autor, contenido en el texto de esta obra es, que cada persona descubra la importancia que tiene la vida terrena, como medio para conquistar su trascendencia espiritual, mediante el esfuerzo que realice en el trabajo correcto de su propia interioridad, accediendo a ella para descubrir la verdad, disipando sus dudas existenciales y aclarando sus conceptos con actitud racional, usando el vehículo de la meditación y la respiración correcta, para depurar su conciencia de perjuicios e ideas materiales y temporales, para alcanzar la sabiduría y con ella el entendimiento correcto de sus fines y valores.
En un próximo encuentro con ustedes, les presentaré las formas y ejercicios que el autor del libro que sustenta esta exposición, considera necesarios para iniciar el desarrollo de nuestra conciencia espiritual y llegar a alcanzar la Sabiduría Divina.
GRACIAS.

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