Nuestra tarea consistía en continuar investigando hacia adelante en el tiempo, paso por paso, para ver si encontrábamos alguna ceremonia de estilo masónico que vinculara al Nuevo Reino Egipcio con el tiempo de Jesús. Esto iba a ser algo difícil porque nuestra única fuente de información era el Antiguo Testamento, pero al menos contábamos con nuestro ritual masónico para ayudarnos en la interpretación. Por fortuna la Biblia no se equivoca en cuanto a la idea de que la nación judía se inició con un hombre y existen muy pocas dudas sobre la existencia real de ese individuo llamado Moisés, y su relación con algún tipo de éxodo de los asiáticos esclavizados en Egipto.
Después de la expulsión de los hicsos, los semitas de todo tipo, incluidos los habiru, han de haber sido impopulares, y esto explicaría por qué los egipcios, que por lo general eran amistosos, decidieron repentinamente esclavizar a muchos o quizá a todos aquellos que permanecieron en el país durante la década de 1560 a 1550 a\C. Se han encontrado inscripciones que datan de los siglos xv y xvi a.C. que detallan a estos esclavos habiru y sus trabajos forzados. Uno de ellos describe cómo las masas de ese pueblo fueron forzadas a trabajar en minas de turquesas, algo muy peligroso y desagradable ya que no contaban con ventilación porque las antorchas al descubierto consumían casi todo el oxígeno.
Nos interesó encontrar que esas minas estaban a poca distancia de la montaña de Jehová, el Monte Sinaí, ubicado al sur de la cordillera de la Península del Sinaí. Nos preguntamos si era esto una coincidencia, o ¿pudo ser que la escapatoria de los esclavos habiru ocurrió precisamente allí y no en Egipto? Encontramos documentos que indican que aquellos primeros judíos hablaban el lenguaje de Canaán, adoraban deidades egipcias y edificaron monumentos para los dioses Osiris, Ptah y Hathor, lo cual no coincide con la imagen popular de los nobles y esclavizados seguidores de Jehová que deseaban con vehemencia ser conducidos a Jerusalén por “el dios de sus padres”.
La historia de Moisés es contada repetidas veces a cada niño judío y cristiano, por lo que en la edad adulta se recuerda como un hecho histórico probado, incluso si se descartan los elementos exagerados, como la división del Mar Rojo, entre otros Es difícil ubicar con exactitud cuándo ocurrieron estos sucesos, pero la opinión más común en la antigüedad era que Moisés condujo a su pueblo fuera de Egipto durante el reinado de Ramsés II, lo cual los situaría entre los años 1290 y 1224 a.C. Sin embargo, existen muchas pruebas recientes que los ubican en fechas anteriores, muy cercanas a la expulsión de los hicsos Pero, antes de explorar las cuestiones sobre la fecha exacta, es importante considerar lo que sabemos sobre el hombre llamado Moisés y lo que nos dice la Biblia sobre los israelitas y su nuevo dios.
Encontramos que el nombre de Moisés en sí mismo es muy revelador. De manera extraña, la Biblia Romana Católica Douai revela a sus lectores que dicho nombre en egipcio quiere decir “salvado de las aguas”, cuando en realidad significa “nacido de” Ese nombre requería de un prefijo, parecido a Tothmoses (nacido de Toth), Ramsés (nacido de Ra) o Amenmosis (nacido de Amón) En tanto que el elemento moses se deletrea de forma apenas distinta que en español, todos ellos significan lo mismo y parece probable que el propio Moisés o un escriba posterior haya eliminado el nombre de algún dios egipcio al inicio de su nombre. Es lo mismo que si uno elimina la parte “Donald” del nombre completo de un escocés, dejándolo solo con Mac, en lugar de MacDonald.
La definición católica romana puede ser incorrecta; sin embargo, sí existe una verdad histórica en esa idea, ya que el nombre completo de Moisés podría ser “nacido del Nilo”, en cuyo caso pudo ser nombrado Hapymoses lo que se expresaría con jeroglíficos de la siguiente manera: El nombre Moisés es inusual puesto que representa una de las pocas palabras del antiguo Egipto que aún hoy son populares; en su versión hebrea es Moshe y en su forma arábiga, es Musa Los egipcios siguen llamando al Monte del Sinaí Jubal Musa, que quiere decir la Montaña de Moisés. En la actualidad es casi imposible conocer qué tanto de la narración sobre Moisés en el Antiguo Testamento es histórica y qué parte es pura invención romántica. De acuerdo con el Libro del Éxodo, el faraón dio instrucciones para que todos los niños israelitas fueran lanzados al Nilo.
Esto es poco creíble como suceso histórico, ya que tal decreto bárbaro no coincide con el concepto de Ma’at, que era muy valorado por los egipcios. De tal forma, cualquier faraón que diera esa orden, renunciaba directamente a la vida después de la muerte cuando se pesara su corazón. Además, en términos prácticos hubiera sido muy desagradable y poco saludable tener miles de cuerpos podridos flotando sobre el río, ya que éste era un recurso vital para la población. El Antiguo Testamento narra que la madre de Moisés estaba decidida a no dejar morir a su hijo, de manera que lo escondió entre los cáñamos a orillas del Nilo, dentro de una canasta barnizada con brea, donde fue hallado por la hija del faraón. Desde hace mucho tiempo se ha observado que este episodio es casi idéntico al de Sargón I, el rey que gobernó Babilonia y Sumeria cientos de años antes que Moisés.
Teníamos dudas de que la historia eran invenciones posteriores, una de ellas la descripción de la madre de Moisés como una mujer levita; eso fue un intento de situar la historia dentro de un orden que cuadrara con la narración de autores subsecuentes. Los levitas se convirtieron en la tribu sacerdotal y, utilizando la lógica de su tiempo, los escribas razonaron que Moisés seguramente fue un sacerdote y, por ende, un levita. El libro del Éxodo contiene claras indicaciones de ser una mezcla de tres versiones orales de la historia tradicional sobre la salida de Egipto, en donde existe una confusión sobre cuál es el personaje principal, si Moisés o Aarón, incluso el nombre de la montaña donde Moisés se encontró con Jehová varía entre Monte Sinaí y Monte Horeb.
Debíamos tener en cuenta a cada momento que los autores de los primeros libros del Antiguo Testamento escribieron leyendas tribales de un pasado muy distante; la más antigua tenía literalmente miles de años, e incluso las más recientes, como la de David y Salomón que ocurrieron varios cientos de años antes. La idea general de los hechos supuestos estaba clara pero faltaban los detalles históricos. Los huecos se cubrieron con diferentes historias relatadas por distintos autores, que dependían de sus opiniones políticas y su visión del mundo.
Los expertos han podido desentrañar todas las autorías y las clasificaron de manera muy simple en J, E, D y P Con los actuales sistemas de información e investigación histórica, podemos detectar que muchos relatos fueron producto de la invención. Por ejemplo, estos autores describen a los camellos como bestias de carga y el uso de monedas en los tiempos de Isaac y José, cuando nada de eso ocurrió sino hasta mucho después. Otro error significativo es la descripción en la que Abraham evitó el sur de Israel por ser territorio de los filisteos, cuando sabemos que éstos no llegaron a ese lugar sino mucho tiempo después de que los israelitas abandonaran Egipto. Si el Libro del Éxodo mencionara en forma clara la hija de qué faraón encontró al bebé Moisés, las cosas hubieran sido más sencillas, pero es claro que ni los mismos autores tenían idea de quién fue.
Deducimos que sólo existen tres razones básicas para explicar la pertenencia de Moisés a la familia real egipcia:
1. Era asiático o habiru de nacimiento y fue adoptado por la familia desde niño, tal y como lo sugiere el Antiguo Testamento. Se sabe que los egipcios adoptaban niños de países vecinos para que, una vez que se convirtieran en adultos, pudieran influir en su pueblo para que tuvieran una opinión favorable de los egipcios. En principio esto parecía poco probable ya que se trataba de una época muy cercana al periodo hicso cuando los habiru fueron esclavizados.
2. Pertenecía a las clases altas egipcias y, ya convertido en adulto y después de cometer un asesinato, se hizo prófugo de la justicia. Así conoció y adoptó a los habiru, también proscritos, como sus seguidores.
3. Era un joven general semita del ejército del último rey hicso y fue expulsado de Egipto al desierto junto al resto de las hordas asiáticas una vez que la monarquía de Tebas recuperó el control. Más tarde regresó para liberar a los esclavos habiru.
Esto situaría la historia de Moisés en un tiempo anterior más allá de lo que jamás se haya considerado, pero no hay razón alguna por la que no pudiera haber sido así, ya que se tiene la certeza de que Moisés fue general en el ejército de un faraón desconocido La tercera opción es atractiva, pero inicialmente no encontramos suficiente evidencia para épocas tan lejanas. Es más, para aprender los secretos de los egipcios, Moisés tenía que estar involucrado con el faraón auténtico y no con un impostor hicso Por lo tanto, aceptamos que la verdad se puede encontrar en alguno de los dos primeros argumentos. En ambos casos la versión bíblica de los acontecimientos es ampliamente aceptada Para nuestros propósitos decidimos no dedicar mucho tiempo a conocer las circunstancias exactas de la forma en que Moisés llegó a liderar a aquellos primeros israelitas, es suficiente aceptar que un miembro de la corte egipcia de extremado alto nivel se convirtió en el líder de algunas de las tribus que más tarde serían la nación de los judíos.
En los Hechos de los Apóstoles 7 22 se dice que fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios Los israelitas que escribieron todo esto acerca de Moisés muchos años después no tenían un motivo claro para inventar su cercanía con los opositores de sus antepasados y es claro que creían que había sido investido con grandes secretos, de hecho, con todos los secretos. En el periodo de la relación de Moisés con la familia real egipcia, el Nuevo Reino estaría establecido y los secretos sustitutos habrían reemplazado los secretos originales de Osiris. Como miembro principal de la corte del faraón, Moisés debió ser instruido con los principios de la resurrección descritos en la leyenda de Seqenenre Tao y su valiente sacrificio, que reemplazaron a los misterios originales perdidos Este ritual familiarizaría al joven Moisés con los secretos de la coronación del rey, la expresión más alta del poder, cuya sola posesión era un sello de realeza.
Esto ha de haberle causado una profunda impresión ya que se llevó la historia consigo, de manera que ésta se convirtió paulatinamente en el ritual secreto para la coronación de los reyes del nuevo país de Israel. Debido a que la ceremonia era secreta y se transmitía sólo a un selecto grupo de importantes judíos, la historia del rey que se extravió pasó a ser parte de la línea de sucesión real de David sin sufrir muchos cambios. Los detalles del Éxodo eran parte de una historia de menor nivel a la que todos tenían acceso, en la que la verdad y la ficción se fundieron hasta que quedó muy poco de la primera. Cualquiera que fuera el camino elegido, la narración bíblica demuestra que el grupo dirigido por Moisés fue influenciado por Egipto y que la adoración a las deidades egipcias era una práctica común.
El hecho de que Moisés recibiera los Diez Mandamientos en unas tablillas de piedra era absolutamente necesario para establecer el nuevo estado. Cada rey debía recibir su estatuto real de parte de los dioses como una prueba de su capacidad de liderazgo y de la existencia de un fundamento para la ley y el orden en la nueva sociedad. Estas tablillas sólo podrían haber sido escritas con jeroglíficos egipcios, ya que Moisés no hubiera entendido otro tipo de escritura. Debido a que hoy día nos apoyamos en la palabra escrita de manera cotidiana, es difícil entender cómo se apreciaba un escrito en el segundo milenio a.C. La idea de que se materializaran los mensajes a través de marcas inscritas en una tablilla de piedra sorprendía a la gente ordinaria y sólo los escribas podían hacer hablar a las piedras; eran considerados poseedores de grandes poderes mágicos. Esto se aprecia con facilidad cuando uno descubre que los egipcios llamaban a los jeroglíficos las Palabras de Dios, un término que sería utilizado en la Biblia con frecuencia.
El dios de la guerra de las montañas del Sinaí
Al leer la narración del Éxodo en forma objetiva quedamos horrorizados. La visión que se grabó en nuestras mentes debido a la educación cristiana que recibimos de niños se invirtió con rapidez. En vez de leer sobre un pueblo noble y grande que ganaba su libertad y que encontraba su tierra prometida, leímos un catálogo sobre antiguos demonios, traición, asesinatos masivos, vandalismo y grandes hurtos. Fue la afirmación más vergonzosa imaginable sobre el origen de una nación nueva. La historia de Moisés inicia con un asesinato. Él ve cómo un egipcio le pega a un habiru y, al asegurarse de que nadie está mirando, mata al egipcio: el primero de miles de asesinatos que este otrora soldado cometería. Por desgracia el crimen fue presenciado por otros habiru, quienes reportaron el incidente a los egipcios, así que Moisés se convirtió en un hombre perseguido.
Se dio a la fuga, con dirección al este rumbo al Sinaí, donde fue admitido por los midianitas (también llamados kenitas) y donde se casó con la hija del rey, Zipporah. Aquí se le introdujo al dios de las tribus midianitas, el dios de las tormentas y la guerra, cuyo símbolo —un motivo en forma de crucifijo plasmado en las frentes de los seguidores— más tarde se conocería como la Marca de Jehová. Este dios que vivía en las montañas proveyó la inspiración y el tema central para el Dios de los judíos después de que Moisés sostuvo conversaciones con Él en el Monte Horeb.
Los dioses rara vez surgen de la nada; por lo general se desarrollan de manera natural y pasan por una metamorfosis mientras absorben las cualidades que les son otorgadas por otras deidades El primer encuentro registrado entre el Dios de los judíos y los cristianos parece ser extrañamente frío y amenazador Cuando Moisés le pidió que se identificara y preguntó Su nombre, quiso obtener ventaja, pero no resultó Sabía, gracias a su formación egipcia, que los dioses no siempre eran superiores a los humanos y que si un hombre podía averiguar el nombre de un dios entonces tendría poder sobre él En Egipto cada dios contaba con una variedad de denominaciones que iban del nombre más común a aquellos cada vez más restringidos, pero su designación fundamental no era revelada a hombre alguno o a otro dios.
Christopher Knigh