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EL LAICISMO

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El surgimiento de la educación pública en la república francesa creó un conflicto de intereses entre el Estado, que era el guardián oficial de la libertad religiosa, y la Iglesia católica, que detentaba, hasta ese momento, la hegemonía en materia educativa. La escuela pública no podía difundir religión alguna sin contradecir el principio de la libertad de creencias este conflicto tuvo otro planteamiento y otro desenlace en los países que se hallaban bajo la órbita de influencia del protestantismo.


Desde el siglo XIV, durante el papado de Bonifacio VIII, hubo fricciones entre el pontífice y el rey que fueron resueltas bajo el precepto de que el rey era un hombre público, con responsabilidades de gobierno que exigían completa independencia, mientras que la misión de la Iglesia y del Papa era cumplir funciones privadas, es decir, hablar en privado a la conciencia de cada uno de los hombres.


El Estado republicano moderno creó la educación pública como medio institucional para afirmar el espacio público, pero el carácter de esta educación no estaba del todo claro. Quedaba por resolverse un tema crucial: ¿Qué orientación ideológica debería tener la educación pública? ¿Qué posición debería adoptar en relación con la religión? ¿Era compatible la formación ciudadana con la educación religiosa? Si se aceptaba impartir educación religiosa, ¿cuál de las religiones existentes debería servir de patrón de referencia?


Hacia 1800 no existían sistemas nacionales de educación pública. Las escuelas elementales para el pueblo eran escasas,........................... en su mayoría se hallaban bajo control de la Iglesia y se ocupaban de impartir, además de las nociones fundamentales de la lengua y el cálculo, educación religiosa,....... y su funcionamiento era irregular. En Estados Unidos operaban gracias al apoyo de la caridad pública; tiempo más tarde, en el transcurso del siglo xix, comenzaría a desarrollarse un sistema público de educación. En este país se aceptó con cierta facilidad la idea de que el Estado y, por extensión,........... la educación pública- debería ser ajeno a cualquier compromiso religioso........... Pero no fue así en los países católicos. En Francia el asunto se resolvió hasta fines del siglo XIX con las reformas de Jules Ferry que culminaron con la Ley de 1882, que estableció el carácter laico, gratuito y obligatorio de la educación. Por laico se entendió una educación con base racional (científica), de orientación neutral, que dejaba la enseñanza religiosa en manos de la familia y de la Iglesia:


La Ley del 28 de marzo de 1882 -decía Jules Ferry-, se caracteriza por dos disposiciones que se complementan sin contradecirse: de una parte, deja fuera del programa obligatorio la enseñanza de todo dogma particular; de otra, pone en el primer plano la enseñanza moral y cívica. La instrucción religiosa pertenece a las familias y a la Iglesia; la instrucción moral, a la escuela.


El legislador no ha pretendido hacer una obra puramente negativa. Sin duda ha considerado como primer objetivo separar la escuela de la Iglesia, asegurar la libertad de conciencia de los maestros y de los alumnos, y diferenciar, finalmente, dos dominios demasiado tiempo confundidos: el de las creencias -que son personales, libres y variables- y el de los conocimientos-que son comunes e indispensables a todos.


Lo que el legislador pretende es fundar una educación nacional y apoyarla en nociones de deber y derecho.


Luego entonces,............. la educación laica supone que los maestros se harán cargo no sólo de la educación intelectual sino, también, de la educación moral de los alumnos. ¿Es esto imposible? ¿Supone una carga excesiva para el profesor? He aquí lo que Ferry sostiene al respecto:


No tenéis que enseñar, hablando con propiedad, nada nuevo, nada que no sea familiar, como a todas las personas decentes. Y cuando se os hable de misión y apostolado, no os dejéis engañar;.......... no sois los apóstoles de un nuevo evangelio: el legislador no ha querido hacer de vosotros ni filósofos ni teólogos improvisados, no os pide nada que no se pueda pedir a todo hombre de corazón y sensibilidad.


¿Qué es la educación moral?:


Esa buena y antigua moral que hemos recibido de nuestros padres y nuestras madres y que nos honramos todos en seguir en las relaciones de la vida sin tomarnos el trabajo de discutir sus bases filosóficas. Vosotros sois (maestros) los auxiliares y en cierto sentido los suplentes de los padres de familia. Hablad, pues, a sus hijos como quisiérais que se hablara a los vuestros: con fuerza y autoridad, siempre que se trate de una verdad indiscutible, de un precepto de la moral común... En el momento de proponer a los alumnos un precepto, una máxima cualquiera, preguntaos si se encuentra al alcance de vuestro conocimiento un solo hombre honrado que pueda ser herido por lo que vais a decir.


¿Qué se os pide? ¿Discursos? ¿Disertaciones eruditas? ¿Exposiciones brillantes, una docta enseñanza? No, la familia y la sociedad os piden que las ayudéis a educar bien a sus hijos, a hacer de ellos personas honradas. es decir, que aquéllas esperan de vosotros no palabras, sino actos; no una enseñanza más inscrita en el programa, sino un servicio muy práctico que podéis prestar al país, más aún como hombres que como profesores... La sociedad os asigna la tarea de poner en el alma de los niños los primeros y sólidos fundamentos de la simple moralidad.
Les habéis hablado, por ejemplo, del respeto a la ley. O bien les habéis explicado lo que es la justicia y la verdad. Habéis combatido el egoísmo y elogiado la abnegación. Si no comprobáis en la práctica el efecto positivo de vuestras lecciones que estas recaídas no os descorazonen.

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