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EL Librepensamiento

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 Librepensamiento es, en consecuencia, algo opuesto al pensamiento religioso o totalitario, que nunca es libre, sino impuesto y dogmático, es decir, no basado en ninguna evidencia.

Un librepensador es aquél que construye sus opiniones o conforma sus creencias, de manera libre a toda imposición ideológica o a cualquier adoctrinamiento, sobre la base del análisis imparcial de la realidad; convirtiéndose en el hacedor y dueño de sus propios criterios, ideas, pensamientos y decisiones.


Un librepensador es, por tanto, aquél que consigue independizarse de dogmas o idearios impuestos por cualquier institución o circunstancia que pretenda imponer su visión dogmática de la realidad o del mundo. Y, por descontado, las instituciones que más han pretendido, pretenden y pretenderán, a lo largo de toda la historia de la humanidad, imponer su visión forzada y falsa de la realidad son las religiones, seguidas de los otros totalitarismos, las dictaduras políticas.


Librepensamiento es, en consecuencia, algo opuesto al pensamiento religioso o totalitario, que nunca es libre, sino impuesto y dogmático, es decir, no basado en ninguna evidencia, sino en la manipulación de las creencias y de la voluntad de los individuos, al expandir una cosmovisión adulterada afín a sus intereses. Aunque, por descontado, para ser librepensador es condición sine qua non ser, previamente, un ser pensante, lo cual, seamos realistas, no es una característica muy frecuente en los individuos de esta especie, la humana, que se dice inteligente y racional. Porque, como dijo el periodista y poeta León de Gandarías, la mayoría de los hombres encuentran más fácil creer que pensar un poco y buscar la verdad.


El término librepensador se empezó a utilizar a partir del Discourse of Freethinking (1713), de Anthony Collins, quien pretendió con esta obra proponer la relación directa entre la validez del pensamiento con el peso de su evidencia; es decir, en palabras coloquiales, ninguna afirmación tiene validez empírica si no se puede demostrar. Por descontado, los ámbitos religiosos interpretaron el libro de Collins como un ataque al cristianismo; ya sabemos que el cristianismo, como todas las sectas o religiones, basan su poder en justamente lo contrario a la libertad y al pensamiento, es decir, en la superstición, en la ignorancia y en el pensamiento mítico-mágico, es decir, en la coacción y en la opresión. Sobra decir que todo progreso humano, todo avance, toda evolución han provenido siempre de hombres libres de mente, de hombres que, lejos de conformarse con la visión ridícula e incierta que de la realidad proclaman las religiones, han indagado en la realidad y han buscado la verdad. Recordemos,  por recurrir tan solo a nombres paradigmáticos, a Copérnico, Galileo o Newton, cuya inmersión en el funcionamiento empírico del mundo les costó la persecución implacable de la Iglesia católica, tan experta siempre en quemar libros y, en muchos casos, a sus autores, aunque su archimanido “amor al prójimo” sea uno de sus -falsos- lemas. Y recordemos también la inmensa importancia del librepensamiento en el nacimiento de los derechos civiles y de las democracias modernas, que surgieron a raíz de la Revolución Francesa, auspiciada por la ideología de grandes librepensadores, ilustrados que, como Rousseau, Voltaire, Diderot o D’Alembert,  propugnaban la fe en el progreso humano, el derecho a la educación, el concepto de ciudadanía frente a la idea medieval de vasallaje, y defendían, por encima de todo, el laicismo, es decir, la libertad de pensamiento y la defensa de la razón frente a los dogmas religiosos. Por tanto, tengamos muy claro que gracias al librepensamiento de grandes hombres del pasado hoy podemos vivir en domocracia, apelar a los derechos humanos y considerar como inherentes a la evolución social e individual las ideas de libertad, igualdad, solidaridad o fraternidad.


El pasado, 20 de septiembre, se celebró el Día Internacional del Libre Pensamiento, de alguna manera una celebración del laicismo, como movimiento emancipador de los seres humanos de cualquier forma de presión ideológica. La asociación laicista Europa Laica difundió un comunicado al respecto en el que exige la anulación de todos los Concordatos firmados entre los Estados y el papado de Roma, y en el caso español, la derogación de los Acuerdos del Estado español con la Santa Sede de 1979 y del Concordato vigente de 1953; y ello por atentar contra derechos y libertades cívicas en España y en buena parte del mundo. Y anima a la ciudadanía y a los poderes públicos a valorar en su justa importancia la defensa de la libertad de pensamiento, en un momento de gravísimo retroceso de las libertades individuales, de indecentes recortes sociales y de un evidente debilitamiento de las democracias. A la vez, en Francia, cuna de la laicidad, se celebraba la Jornada anual de la Libre Pensée, y en Montevideo el V Congreso de la Asociación Internacional del Librepensamiento (AILP).


Dice el maravilloso científico inglés Richard Dawkins que está comprometido contra las religiones porque nos enseñan a estar satisfechos con no entender nada de nosotros mismos ni del mundo. Y  decía el biólogo inglés Thomas Henry Huxley, a finales del XIX, que “el escepticismo es el deber más alto, y la fe ciega el único pecado imperdonable”. Coral Bravo

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