El Arcángel Miguel y el sentido iniciático del equinoccio de otoño |
Recorriendo la fascia zodiacale, el sol atraviesa cada año los cuatro puntos cardinales llamados equinoccios y solsticios.
Estos cuatro puntos, solsticios y equinoccios, coinciden con las cuatro fiestas dichas cardenales: Navidad, Pascua, s. Juan y San Michele, fiestas creadas por los iniciados para recordar a los hombres que en aquellas fechas el sol introduce en el universo de las fuerzas especialmente potentes, fuerzas que los hombres, si conscientes, tienen la posibilidad de utilizar para su evolución.
El envío de estas fuerzas está organizado y regulado por grandes espíritus que tienen a sus órdenes muchos otros espíritus de menor importancia, encargados de distribuir las energías en la superficie del planeta. Una multitud de espíritus se dedica a esta actividad. No hay que pensar que, en la naturaleza, todo se produzca mecánicamente; no es así, cada cambio se debe a la obra de entidades encargadas de ocuparse de los minerales o de los vegetales, de los animales o de los hombres.
El 23 de septiembre de este año tiene lugar el equinoccio de otoño, al que preside el arcángel Miguel. El sol entra en el signo de la balanza, dando así comienzo a un nuevo ciclo.
Los frutos caen de los árboles, abandonan sus tripas, mientras que las semillas son seleccionados para ser consumidos o conservados; más tarde, ellos serán plantados en la tierra para que el ciclo recomience. Pero este trabajo de separación, de clasificación que se hace en la naturaleza no se refiere únicamente a la vegetación: Él se refiere también al ser humano.
Como el fruto se separa del árbol y la semilla del fruto, el alma se separa del cuerpo.
El cuerpo se corresponde con el envoltorio y el alma a la semilla que se ha sembrado en la parte superior, en el cielo. El día en que se madura, el fruto que es el hombre no debe caer en la tierra como la semilla de una planta, pero volarsene hacia el cielo.
Y el otoño es el período en el que debe ocurrir esta separación del que habla heteróclito cuando dice: "tú separerai la delgada del denso con gran habilidad". Separa lo sutil de denso significa separar lo espiritual por el material. Durante el otoño de este proceso de separación se realiza en toda la naturaleza para preparar la nueva vida. Como el arcángel Miguel viene a separar el alma del cuerpo, así que el iniciado deja morir en sí mismo una materia para liberar a la vida. El Arcángel Miguel separa el alma del cuerpo porque el alma debe viajar, visitar otros mundos del espacio y no permanecer eternamente en la tierra.
La separación es una ley de la vida. He aquí, pues, que lo que tenemos que aprender del Arcángel Miguel: la selección, el discernimiento, el aprender a separar el puro del impuro, el rendimiento del inútil, el nocivo por el saludable, la cosa muerta por esa viva. Y la causa de todas las desgracias es precisamente la falta de capacidad de discernimiento.
Las fuerzas presididas por el arcángel Miguel son fuerzas de equilibrio, de justicia, así que de discernimiento entre el bueno y el malo en vista de liberar a lo que está bien y de transformar lo que es malo. Pero el bien y el mal están tan estrechamente unidos que no se les puede separar prematuramente sin provocar laceraciones. El arte de separar los antónimos es la más difícil que hay; y es en la naturaleza que los iniciados se son educados en este arte. No es fácil separar la nuez por su usted, pero la naturaleza sabe cómo hacerlo: ella deja madurar el fruto, el usted se abre por sí solo y la nuez se libera. Lo mismo ocurre con el bebé en el vientre de su madre: está estrechamente vinculado a la madre y no lo se puede rasgar prematuramente, de lo contrario sería la muerte para ambos. En cambio, si se espera, el fruto llega a la madurez y, en ese punto se puede cortar el vínculo que unía la madre y el niño. Esta separación es el símbolo de la madurez. Os acordáis de la parábola del evangelio sobre la cizaña y sobre el buen trigo?
El tiempo de la siega es aquel en el que los frutos están maduros. Por lo tanto, es preciso esperar ese momento para separar el mal del bien, y esta separación será efectuada por el arcángel Miguel.
Será el arcángel Miguel aquel que desempeñará el papel principal en la purificación de la tierra. En el curso de los siglos, una multitud de seres nocivos han derramado sobre la tierra una inmensa cantidad de fuerzas destructivas, fuerzas que se han acumulado en un tanque tomando la forma de un monstruo llamado dragón o serpiente. Él es lo que se dice que... Seduce a las naciones, puerta fuera de la carretera los hijos de Dios y provoca todos los males de la humanidad. Esta egregora es de una potencia desproporcionada. Sólo el arcángel Miguel es capaz de ganar esta egregora.
Con la ayuda de su ejército, hará lo que desde hace siglos las multitudes ruegan por el creador. Ése es porqué tenemos que vincularnos con el arcángel Miguel, pedirle su protección y la posibilidad de operar con él para aumentar su victoria. La luz triunfará sobre las tinieblas: fue predicho y así será. Por qué no participar en el evento? Los hijos de Dios que serán inscritos en el número de personas que hayan participado en el combate del Arcángel Miguel, el genio del sol, esta potencia de Dios entre las más brillantes, recibirán el beso del ángel del fuego.
Ese beso no les quemará pero les iluminará!
I::P:.H:. ROBERTO LUONGO