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LA MASONERÍA EN LA ÓPERA

https://youtu.be/AFSFskhc1P4

Benvenuto Cellini, de Hector Berlioz.

POR MANUEL MARÍN OCONITRILLO

Cuando se habla de la masonería en la ópera, la mayoría piensa en “La flauta mágica”, de Wolfgang Amadeus Mozart, digamos que para la el conocimiento popular, la ópera masónica por antonomasia. Pero no nos engañemos, muchos ignoran qué es una ópera y que hay una llamada “La flauta mágica”. También muchos ignoran quién es Mozart y más aún que era masón. Pues bien, en el caso de Berlioz, aunque en el mundo masónico no es el caso, este desconocimiento se acentúan aún más. ¿Y Benvenuto Cellini? Ya hablaremos de él, empecemos por la ópera Benvenuto Cellini. ¿Qué tiene de interesante ocuparnos en nuestros días de una ópera no muy frecuente en el repertorio mundial? En primera instancia es así por su dificultad de ejecución. No abundan los intérpretes que puedan afrontarla. Luego, la fama o aceptación, por lo que fuere, del compositor, y el tema: Cellini. ¿Quién es Cellini y por qué Berlioz le dedica una ópera? No nos ocuparemos aquí de aclarar una vez más quiénes son Cellini y Berlioz, para ello hay abundante material. Nos centraremos en la relevancia que pudiera tener en nuestros días la susodicha ópera. Pues bien, para responder, aunque brevemente, a la presencia de Cellini en una ópera de Berlioz, hacemos ver que no hay muchas referencias de su pertenencia a la masonería. Se sabe que tuvo relación con masones de su época, como Leonardo DaVinci, que también no todo el mundo sabe que fue masón, en una época en que, contrario a la nuestra, la masonería era aún más “discreta”. Cellini dominaba ademas de la escultura y la orfebrería, la música, de hecho era muy buen flautista, y la pluma: sus memorias son una extraordinaria descripción de la sociedad de su época. Coetáneos a él fueron Carlos V (al que que Verdi, otro masón, le dedicara una maravillosa ópera basada en textos del masón Schiller), Enrique VIII y el Papa Clemente. Pero no son los personajes de la época o de la ópera lo que la hacen relevante en nuestros días, sino los valores masónicos que señala. Berlioz se preocupó notablemente por la íntima relación del libreto con la música. En el texto de Benvenuto Cellini hay constantes alusiones a la masonería y sus valores, muchas veces a través de sus símbolos. Para ejemplificar, nos referiremos a la reciente producción de la Ópera de Colonia, Alemania, cuya dirección musical y escénica estuvo a cargo de François-Xavier Roth y Carlus Padrissa, respectivamente. Musicalmente, en palabras del director, la ambición que tuvo entonces Berlioz aún se percibe, aún permanece ese germen que se adelanta a su época, como deseo de superación. Por su parte, la puesta en escena nos bombardea con muchos de los símbolos masónicos, como la calavera, la regla de veinticuatro pulgadas, la luz, el cubo, etc, citando elementos de la cultura popular, por ejemplo, la calavera gigante en el escenario es una cita de ka obra “For the Love of God” del artista británico Damien Hrst. Al parecer, Dalí quiso realizar un montaje de esta ópera, pero nunca se llevó a cabo, sin embargo en el montaje de Colonia se retoman algunas ideas de Dalí. El resultado es abrumador: muchos se quedan sin entender de qué se trata, no pudiendo ver más allá de la multitud orgiástica de referencias y símbolos. Pero esto no es un defecto del montaje, por el contrario, es muestra de la vacuidad en la que levita la sociedad de consumo, que espera todo empacado e infinitamente diluido, y que no desea (o no puede ya) enfrentarse a planteamientos que le obliguen a cambiar, a cincelar su piedra bruta. Este elemento es asimismo fundamental en la ópera Benvenuto Cellini: los individuos corregidos con los que se forma lo que denominamos “el templo de Salomón, es decir, la conexión de la sociedad sobre nuestros deseos egoístas. ¿Pero era al fin y al cabo Cellini masón? Igual que con Schiller, no hay nada que lo diga directamente, salvo las alusiones en Don Carlo y el los el textos de la novena sinfonía de Beethoven (otro discreto masón). Pero hay una logia que lleva su nombre, la Freimaurerloge Schiller Nr. 649 I. O. Essen. En el caso de Cellini también, la Benvenuto Cellini Lodge No. 6917. Por algo será, ¿no les parece?

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