Va de cuento.
Son las tres y media de la mañana. Suena tu teléfono insistentemente.
Semi-dormido alzas el auricular y dices, refunfuñando: "¿Diga?"
Es el H,'. Demetrio, que con voz alterada te dice:
"Venerable Maestro, lamento despertarlo, pero ha ocurrido un incendio. El edificio de nuesta Logia está en llamas. Llamé a los Bomberos y en este momento intentan sofocar el fuego..."
-No sabes cómo, pero te vistes en un santiamén y acudes junto con algunos Hermanos a intentar rescatar lo que aun sea salvable.
Quedó muy poco. Todo está en ruinas. Carbones humeantes.
Lamentos y desesperación de algunos. Zozobra de otros.
Permaneces callado. Meditas.
¡Nos veremos el lunes en Logia, aquí mismo! -ordenas-
Incrédulos, algunos Hermanos murmuran:
"A este Venerable nuestro le falta un tornillo..." -y sonríen- pero se quedan impactados por la orden de su Venerable Maestro. Se marchan consternados y en silencio ante lo inevitable.
El lunes acuden.
Una mesa.
Un fogón.Platos y manteles dispuestos. Copas esperando el vino para escanciar. Todo bajo las estrellas. Y les dices:
-Hermanos y Hermanas. Si un pájaro se encuentra al volver de su vuelo con que su nido ya no existe, no se lamenta al Cielo, ni clama al GADU, preguntando: "¿Por qué a mí Señor?".
Simplemente observa que no hay nido y, tranquilamente, retoma el vueo para ir en procura de la siguiente ramita. Vuelve al trabajo.
Así nosotros, Hermanos y Hermanas.
No hay Templo. El edificio se destruyó ¡Pero tenemos LOGIA, porque la Logia estará donde tres de nosotros se reúnan invocando la Gloria del Gran Arquitecto del Universo...
Trabajemos.
Tengamos nuestra acostumbrada Tenida, esta vez bajo la bóveda celeste.
Luego, volvamos al trabajo.
Y se escuchó tu voz, nuevamente:
"¡Silencio Hermanos y Hermanas, estamos en Logia!"
Rogelio Amaral